- Megan.- comencé a escuchar una voz pero estaba muy sumergida en mis pensamientos.
No podía ni siquiera pensar en otra cosa, tenía miedo de que Max solo se hubiera acercado a mí por algo que desconocía que sin duda no era bueno, pero al mismo tiempo sentía miedo de volverlo a perder. Sabía que era muy apresurada nuestra relación, pero teníamos un pasado y no era el tipo de pasado de alguna pareja, como si hubieran tenido algo en el verano y después de tiempo se ven y lo vuelven a sentir. No lo nuestro había trascendido algunos siglos y seguía ahí.
- Megan.- la voz fue más fuerte. Subí la mirada.
- Perdón Sr. Mathew.- me sonrió. Era un hombre encantador, tenía el cabello rubio y unos lindos ojos verdes.
- Si sigues limpiando así la barra podría desaparecer.
- Lo siento, estaba...
- Pensativa.- asentí con la cabeza.- lo note porque llevo cinco minutos pidiéndote un café y un panque de pasas.- se rio un poco.
- Lo siento mucho Sr. Mathew ahora se los traigo.- dije apenada y sonrojada.
Fui directo a la cocina, cuando salía de esta observe como Max estacionaba su carro enfrente de la pastelería, regrese inmediatamente a la cocina.
- Meg, ya llego Max.- Chels entro a la cocina
- Ahora voy.- Chels estaba a punto de salir.- Chels...
- Dime.- volteo de nuevo hacia mí.
- Podrías llevarlo afuera de la pastelería.
- ¿Por qué?- me miro extrañada
- No se podrías mostrarle el letrero.- le decía nerviosa.
- No sé por qué quieres que le enseñe ese viejo letreo, además el ya vino aquí ya lo ha deber visto.- Chels volteo los ojos.
- Por favor.- le suplique
- Está bien Megan, hay veces que eres tan rara.- Chels salió de la cocina, me asome un poco y observe como Max accedía a salir para ver el letrero. Tenía que sacarlo de la pastelería en dado caso de que la piedra le impidiera acercarse a mí, no quería que nadie saliera dañado pero esperaba que sus intenciones fueran buenas.
Cuando por fin salí de la cocina observe a mi mami hablando con el Sr. Mathew, al parecer le gustaba platicar con ella ya que mi abuelita era una mujer muy sabia y todos los relatos que contaba eran bastante interesantes. El Sr. Mathew era un buen hombre, también contaba algunos relatos pero sin duda disfrutaba más escuchar los de mi abuelita.
- Perdone la tardanza Sr. Mathew.- odiaba interrumpirlos.
- Gracias Megan.
- ¿Qué hace tu hermana mostrándole el letrero a Max?- me pregunto mi mami.
- No se mami. Ya sabes cómo es Chels.
- Perdón que me meta Megan, ¿pero sales con ese chico?- miraba de una forma rara a Max y me recordaba a la mirada de Ryan.
- Si es mi novio.- y quería que lo siguiera siendo. El Sr. Mathew me miro extrañado. No me sorprendería que se opusiera o que pensara que no era mi tipo como lo hacía Ryan, era su papa y tenían similitudes.
Chels entro a la tienda pero Max se quedó afuera. Era la hora, tenía que salir de dudas de una vez por todas, mientras caminaba hacia la puerta contemplaba a Max estaba esperando recargado en su carro y tenía su singular sonrisa torcida en el rostro. Por cada paso que daba el miedo y mi nerviosismo crecían. Abrí lentamente la puerta de la pastelería.
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Abismo
FantasíaMegan Moore y su pequeña familia siempre han vivido en Concord, un pueblo muy tranquilo ubicado en el estado de Massachusetts, pero extrañas desapariciones comienzan afectar la tranquilidad de este lugar. La vida de Megan dará un giro de trescient...