Martirio

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Mis ojos, solo pudieron observar como su semblante cambiaba hacia una sorpresa total, mi acción fue totalmente improvisada que ella no se lo espero, encerrado en mi mente se encontraban los gritos de desesperación para decirle que se alejara de mí, que huyera lo mas rápido posible y no volteara hacia atrás...

Aun cuando eran fracciones de segundo... cada milésima me parecía una eternidad, sentía el palpitar de su cuello cada vez más cerca, como su calor corporal calentaba mi fría piel, aun estando a la distancia. Cada milésima, maldecía mi vida por lo que estaba a punto de suceder, por cada milímetro que me acercaba, luchaba con todas mis fuerzas para retomar el control.

Estando a escasos tres milímetros de ella, la incansable lucha en mi interior daba un ganador para esta contienda, logre recuperar el control de mi cuerpo y ocultar aquellos colmillos que amenazaban tan tersa piel, mas debía actuar rápido y solucionar la situación, en ese momento... lo único que atravesó por mi mente fue posar únicamente mis labios sobre su cuello en un beso inesperado e improvisado, únicamente sentí como ella por reacción se movía hacia atrás, pero la detuve rodeándola con mi brazo, a lo cual ella dejo de oponer resistencia, podía sentir bajo mis labios el calor de su piel, sentía cada palpitar de su corazón y cundo pasaba por el cuello, a esto le acompañaba un leve espasmo de su cuerpo y un ligero gemido que denotaba el placer que ese furtivo beso le causaba.

Despacio y con movimientos suaves me aleje de ella hasta quedar de frente a ella, su cara se encontraba totalmente roja por la vergüenza, su boca se movía pero no emanaba sonido alguno, nuevamente tenía que pensar en una solución para la situación... me levante de mi sitio y me pare frente a ella, en una reverencia dije.

–lo sien...– mientras pronunciaba aquellas palabras, de repente todo se volvió borroso y poco a poco todo se oscureció... sentí como caía al suelo y lo último que vi fue la cara de Kotomi que mostraba alteración.

Me encontraba en un sitio obscuro, era un lugar que no conocía, me sentía fuera de mí, no lograba concentrarme y recordar que había pasado, comencé a vagar dentro de esa lóbrega obscuridad. No lograba encontrar algo que me dijera donde estaba, era frustrante no saber ni donde estaba ni recordar nada, de pronto, la imagen del rostro de Kotomi se hizo presente en mi cabeza, ~que había sido de ella... le habrá pasado algo?...~ el pensar aquello causo un dolor en mi pecho y una sensación de desesperación, mi urgencia por saber sobre ella fue creciendo cada vez más, comencé a correr en busca de una salida de aquel lugar, corría con todas mis fuerzas pero no era tan veloz como siempre, únicamente deseaba salir de aquel lugar desconocido, seguí corriendo en busca de una salida, hasta que... sin esperarlo, tropecé y caí al suelo, me sentía derrotado.

–te ves tan patético tratando de escapar de aquí– sonó una voz burlona dentro de esa obscuridad, –no podrás dejar este lugar hasta que yo lo decida– pronuncio con el mismo tono burlón, mire a mi alrededor en busca del origen de aquella voz, me reincorpore y continúe buscando a quien me había hablado.

–a que te refieres con que no podré irme de aquí... donde esta Kotomi?!– grite y sentí nuevamente un dolor en mi pecho, el miedo que sentía no era por mí, sino por lo que podría haberle pasado a Kotomi.

aquella voz solo rio sarcásticamente, –ella no se encuentra aquí... es estúpido que te preocupes por una hija del sol–, el escuchar eso me reconforto al saber que no estaba aquí en esta obscuridad sin fin, aquella voz continuo hablando –en este lugar solo nos encontramos tú y... tu– al momento que decía eso la obscuridad se iluminaba un poco y me permitía ver un poco a mi alrededor, y observe como una sombra se acercaba a mí y conforme entraba a la luz podía ir viendo la identidad de quien me trajo a este extraño lugar.

Mi sorpresa fue en cuanto vi el rostro de aquella sombra, era como si estuviera frente a un espejo, mas sin embargo, el reflejo se movía por voluntad propia, me encontraba frente a mí mismo.

–cómo es eso posible? – fueron las únicas palabras que pude pronunciar ante mi estupefacción, me encontraba petrificado por lo que veían mis ojos. Solamente vi como mi otro yo esbozaba una ligera sonrisa.


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