Sayonara

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–Te advertí que un día pasaría esto– dentro de mi sonaba aquella voz que tanto detestaba y cada vez iba ganando más fuerza, en mi mente se desataba una guerra la cual a pesar de no quererlo así, sabía que esta vez no ganaría, me había tomado con la guardia baja.

–Detente!!!... no le hagas nada– fueron las últimas palabras que pude contestar a esa voz en mi cabeza, a ese otro yo que tanto odiaba pero que lamentablemente era parte de mí, de pronto mi vista se empezó a nublar y lo último que vi fue a Kotomi que aún continuaba en ese amoroso beso.

De pronto me encontraba nuevamente en ese vacío totalmente a oscuras, me encontraba en mi mente encerrado mientras mi otro yo había tomado el control de todo, trate desesperadamente de salir de ahí sin éxito alguno miles de pensamientos comenzaron a rondar por mi mente...

–Alguna vez llegaste a pensar cuan fascinante podría llegar a ser la sangre...– era un pensamiento que hubiera dicho mi otro yo, y realmente no hubiera entendido esa frase si nunca hubiera probado la sangre de Kotomi.

–Bueno para un humano resulta inconcebible la idea de tomar sangre, pero para alguien maldito como yo, es de lo más natural. Nunca creí llegar a probar algo tan delicioso como eso, el simple hecho de oler su piel y escuchar el palpitante flujo me extasiaba. – prontamente mi mente se llenó de esos recuerdos, desde el primer día que la conocí, me abrazo y me susurro al oído ese "te quiero" que no me correspondía, hasta ese último beso que a mi parecer había sucedido hace solo segundos.

Todo había terminado, mi otro yo había regresado a su encierro, regresándome el control de las cosas, me encontraba en estado de shock, no podía creer que aquello hubiera sucedido, realmente había roto esa promesa de que nunca le haría daño, quería llorar más me era imposible, nunca me odie tanto en mi vida como en este preciso momento. La a sujete contra mi cuerpo deseando poder regresar el tiempo y salvarla de conocerme.

–Pero debo de admitir que esto nunca debió de ocurrir, yo no tenía el derecho de quitarle la vida y absorberla a este mundo de penas y sombras. Quizá eso significaba que su vida no me importaba, pero la realidad era otra, yo estúpidamente hice lo que ninguno de nosotros debería de hacer "enamorarse de una de las hijas del día", ese era un gran error, era como firmar su carta de muerte, aun sabiendo eso y que esto nunca funcionaria, deje ceder a mi deseo y pasión por ella, y ahora estoy aquí frente a su cuerpo inerte y ahora la elección estaba en mis manos, podía dejarla morir como humana o maldecirla con la inmortalidad y las sombras...– el pensar esto solamente me hundía mas en mi miseria, tenía dos alternativas las cuales llevarían a destinos totalmente diferentes, ambas con situaciones que no podía aceptar, realmente no deseaba no verla nunca más, pero tampoco deseaba que ella cargara con mi misma maldición, se bien lo que estar maldito conlleva, eran ambos precios muy altos para pagar.

Quería huir de ese lugar, pero a la vez sabía que no la dejaría, era muy dolorosa para mí esa situación y tenía que decir pronto antes de que fuera el destino el que decidiera por mí. Trataba de aclarar mis ideas pero me era imposible, mi mente solamente la ocupaba la cara de Kotomi que parecía que dormía tranquilamente en mis brazos, con esa misma cara de tranquilidad con la cual la vi la primera noche exactamente en este parque, me parecía inconcebible la idea de que nuestra historia comenzara y terminara exactamente en ese mismo lugar, aun cuando parecía que dormía sabía que la realidad era más cruel, ella estaba muriendo en mis brazos, trate de pensar que haría, si realmente nos separaríamos para siempre o la condenaría a esta maldición y la tendría conmigo para siempre.

Acerque su cuerpo al mío abrazándolo, lentamente me acerque a su rostro y le susurre al oído...–te amo– y con esa frase tan simple y complicada a la vez, había tomado mi decisión...

~La deje morir como humana y le dije el último adiós, nunca más podré verla de nuevo sonreír~.


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