Capítulo 4

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Anastasia.

La gran sonrisa de Scott me dice que hablará de algo que no quiero escuchar, sin incluir el gran ramo de rosas rojas que trae entre sus brazos. Intente ocultar mi cabeza en mi casillero, no funciono. Así que tuve que forzarme a sonreír. No se me olvida que él fue quien dijo que Christian y yo estábamos durmiendo juntos ¿Qué piensa? ¿Qué se me olvidaría fácil, con una bonita sonrisa y rosas? No, señor.

—Anastasia— Mi nombre sale cantadito de su boca. Sonríe —¿Cómo estás?

—Bien. ¿Y tú? —Respondo fría.

—Perfecto. ¿Sabes? Hable con Grey y me aclaro todo, siento tanto lo que dije de ustedes— Extiende las rosas a mi— Son para ti, para pedirte disculpas y para invitarte a salir.

Aquí es donde trato de recordar frases para rechazar cortésmente una invitación. No quiero ser: "Anastasia Steele, la chica que no se conformo saliendo con Christian Grey, sino ahora también con su amigo" Niego mentalmente. No quiero darle esperanzas a Scott, en cuanto a Christian, sigo molesta con él. Actúa como si le importara pero yo sé que no, solo lo hace porque la culpa lo está matando. Alexa me odia, no me he salvado de sus miradas asesinas; es tan dramática que llegó a la universidad con collarín y le dijo a todo el mundo que una idiota la había atropellado, claro, no dijo con qué.

—Gracias pero no gracias— Sus brazos caen.

—Ana, lo siento mucho, estaba ebrio y celoso. No sabía lo que hacía— Vuelve a ofrecerme las rosas.

—Lo entiendo, en cuanto a lo de salir, no creo que sea bueno— Meto mis manos en los bolsillos traseros de los vaqueros.

—Pero...Grey me dijo que saldrías conmigo— ¿Qué? Ese... ¿quién le dijo que podía tomar decisiones por mí? ¿Quién se cree que es?

—Mira...

—Está bien, ya sé lo que dirás. Toma las rosas, al menos no me dejes como un idiota— Echa un vistazo a nuestro alrededor— No te preocupes, yo me encargaré de decirle a Grey que fui yo quien te dio las rosas— Vuelve a tenderme las rosas.

Mi boca se abre, asombrada —¿Por qué tendrías que decirle a él? — ¿Por qué a Christian? ¿Porqué no a Kate? De mala gana las tomo.

Sonríe burlón —¿Y lo preguntas?

—Sí, lo pregunto.

—Ya sabes— Se encoje de hombros—Porque están durmiendo juntos— Sonríe y da la media vuelta.

¡Hijo de perra! ¿Sólo porque lo rechacé? No puede ser. Me caía mejor cuando no sabía que yo le gustaba. Para colmo ahora tiene sus malditos motivos para creer que realmente Christian y yo estamos durmiendo juntos. La rabia se abre paso por mi estomago.

Regreso al apartamento. Christian está en la cocina, ¿acaso nunca tiene clases? El llega antes que yo, siempre. Dejo las rosas en la encimera.

—¿En serio vas a la universidad? —Pregunto a él, mientras me acerco a la cocina a buscar un jarrón para las rosas. Son preciosas, no quiero tirarlas.

—Sí, siempre— Responde con una sonrisa—¿Tienes hambre? Estoy preparando algo delicioso— Frunce los labios, asiente.

—Un poco— Cojo el jarrón y lo lleno de agua.

—¿Para qué quieres eso?

—¡Oh! Scott te manda rosas— Ríe.

—¿Qué le diste, Ana? Ese chico está embelesado contigo— Le doy a su brazo un débil puñetazo —Cariño, es la verdad— Vuelve a reír.

Así empiezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora