Capítulo 11

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Anastasia

Pasé el día de ayer evitando a Christian.

Dediqué todo mi tiempo a estudiar, no es que lo necesite siendo la mejor de la clase, pero algo tenía que hacer para distraer mi mente y dejar de pensar en ese testarudo hombre que duerme justo al lado. Igual, probablemente fue lo mejor.

Por primera vez soñé con él; no recuerdo el sueño, sin embargo sé perfectamente que soñé con él.

¿Debería preocuparme? La última vez que lo vi, fue el sábado en la noche, después de llegar a casa. Hoy en la mañana no lo vi en el apartamento, y en lo que va del día, ni siquiera en la universidad, vale, aún es medio día en cualquier momento llega aparecer por aquí o termine por verlo en el departamento.

Cojo un par de libros de mi casillero para mi siguiente clase.

—¡Mira, mira! La universitaria más hermosa de todo Portland.

Ruedo los ojos e ignoro a Scott.

—Ana, preciosa ¿Qué modos son esos?

No puedo creer que Christian piense que Scott está enamorado de mí. No cuando se comporta como un tonto, este no es un chico 'enamorado'.

Volteo a verlo de mala gana.

—¿Qué pasa, Scott?— sonríe.

—Quería saludarte, Ana— me toma por sorpresa plantando un beso en la comisura de mi boca.

¿Qué diablos fue eso?

Estoy petrificada.

Después de lo que parece una eternidad, habla.

—Ana... ahora sé que entre Christian y tú no hay nada— tartamudea —él se consiguió una chica nueva— pasa su mano por su cabello, nervioso —tú me gustas, Anastasia y yo...

—¿Se consiguió una chica nueva?— pregunto, interrumpiendo.

¿Una chica nueva? ¡Qué rápido y eficiente, Grey!

—Sí, ¿Qué esperabas, Ana?— Que cambiara. Que dijera que yo podría ser una excepción —Es Christian, es normal en él.

—Tienes razón.

La decepción se abre paso por mi estomago.

—Entonces... tú y yo— toma un mechón de mi cabello y lo enreda en su dedo.

—Scott, en serio, yo no... me interesas como amigo.

Por mucho que Christian haya seguido mi consejo, yo no seguiré el suyo.

—Preciosa—sus ojos verdes brillan de emoción contenida —te daré un poco más de tiempo para que lo pienses— sonríe, arrogante.

—No tengo nada que pensar.

—Por supuesto que sí.

Da la media vuelta.

¡Qué tipo tan necio! No acepta un no por respuesta.

Camino hacia el salón absorta en mis pensamientos. Scott no me gusta, y a últimas ha dejado de agradarme con su actitud arrogante. Apenas el jueves pasado dijo que me estaba acostando con Christian y ahora llega todo amor y felicidad a declararse.

¡Una chica nueva! ¿Cómo pude ser tan tonta en tener una pizca de esperanza entre Christian y yo? Es lo que es. El chico guapo de la universidad en busca de sexo y luego desechar. Conmigo no fue sexo. Sólo un beso. Dos besos. Dos increíbles besos que hacen mi cuerpo hormiguear.

Así empiezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora