Capítulo 10

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Anastasia

¡Qué vergüenza!

Oh, Dios. Esto es aun más vergonzoso que saber que Christian piensa que veo 'cosas prohibidas'. Podría proclamar esto como el fin de semana más vergonzoso de mi vida. ¡Y apenas es sábado! Trágame tierra y por favor escúpeme en China, donde nadie me conoce. Apuesto que mi rostro es completamente rojo de vergüenza. Mis piernas tiemblan, independientemente del beso que compartí con Christian, es por el guardabosque frente a nosotros. ¡Un guardabosque! Sé que nos está llamando la atención acerca de lo que estábamos haciendo –que no es nada malo- pero, mencionó algo de 'intenso' e 'inapropiado', ¡Oh sí! También logré escuchar que dijo 'altas horas de la noche', tomando en cuenta que probablemente falta poco para las ocho no sé a qué se refirió con altas horas de la noche.

¡Mierda! Es la primera vez en seis años que beso a alguien y un guardabosque me llama la atención por 'intensa'. Esto es digno de enterrarlo en la parte más profunda de mi mente. Pero no lo haré. Dios. Siento mis labios hinchados y la increíble sensación de hormigueo en ellos; antes de apartarse de mí, Christian tomó mi labio inferior entre sus dientes y tiró con fuerza, ocasionándome un pequeño gemido que aumentó la molestia del agente.

Hemos recibido arenga los últimos siete minutos. No puedo ni siquiera verle la cara al oficial, me recuerda a Ray. Solo que este es una versión de mi padre más molesto y autoritario. Quizá Ray era así cuando estaba en el ejército.

—Es mejor que se vayan a casa, no es adecuado que sigan aquí— dice el oficial en un tono más conciliador.

—Sí, señor— responde Christian.

—Buenas noches, jóvenes.

Levanto el rostro e intento dar una sonrisa.

—Conduce con cuidado, Grey— Asiente hacia mí y se dirige a un pequeño auto de golf estacionado justo detrás del Audi.

¡Qué! ¿Me perdí de algo?

—¿Lo conoces?

Christian da la vuelta y comienza a empacar el restante de nuestra cena en la canasta, ignorándome por completo.

—¡Christian!

¿Es así como va todo esto? ¿Obtiene lo que quiere y luego me ignora? Ok. Yo también puedo ignorarte, Grey.

Camino hacia el auto y antes de si quiera poder tocar la manija el sonido de bloqueo es escuchado. ¡Agh! Continúa comportándote como un niño.

Mantén la calma, Ana.

—¿Podrías quitarle el seguro, por favor?— una sonrisa falsa se posa en mis labios hinchados.

—Nope— sonríe genuino, pasa junto a mí y abre la cajuela para meter la canasta, las mantas y los farolillos.

Es su auto. Los chicos aman sus autos. Tomo la manija e intento abrir. Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis veces seguidas.

—¡Ana!— Christian grita por encima de la cajuela.

Siete. Ocho. Nueve. Diez.

Baja de golpe la tapa de la cajuela, se acerca rápidamente a mí. Mi mano aún sigue en la manija.

—Deja de hacer eso, Steele— Reprende con semblante serio.

Aún así, es ridículamente guapo.

Una más. Once.

—¿Lo conoces?

—¿A quién?—pregunta, inocente.

Así empiezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora