Capítulo 15

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Anastasia

Christian se estiró una vez más para girar la ruleta pequeña del twister. Apostar con él fue aún más divertido de lo que creí, ha intentado de muchas maneras hacerme perder pero no lo conseguirá, ni con todas esas armas de seducción que tiene escondidas, ni con nada... sí, por supuesto. ¡No juega limpio! Me pone de nervio cada que la ruleta gira, ha hecho todo lo posible para tocarme... y mira que sabe muy bien donde tocarme para desconcentrarme. Joder, yo me desconcentro con todo cuando se trata de Christian. Pero no perderé, ésta vez debo ser fuerte, las labores domesticas en semana de exámenes no me van.

—Mano izquierda, azul.

Era mi turno de jugar con él. Me estiré lo suficiente para alcanzar el último círculo azul que estuviera a mi alcance, mis brazos se abrieron lo suficiente para dejar a la vista parte de mi pecho. Veremos quién pierde, Grey.

—¡No perderé, Christian!— Chillé, llamando su atención y recibiendo la reacción que esperaba, se quedó boquiabierto por unos segundos, tambaleándose. Para mi mala suerte se recompuso.

—No estás jugando limpio— Amonesta, la diversión visible en sus ojos.

—¿De qué hablas, cariño?— Pregunté inocente.

—No me tientes, Anastasia.

—No lo hago— sonreí.

—Pararé el juego si continúas así.

—Perderás si lo haces.

—Joder— murmuro —Pie derecho, verde.

Coló su pie entre mis piernas, mierda, el juego se estaba volviendo en mi contra. Acercó su rostro a mi cuello, mi respiración se aceleró. ¡Bien jugado, Steele! ¡Bravo! Sopló en mi cuello provocando aquellos escalofríos, cerré los ojos. Concéntrate, concéntrate, no limpiaras retretes, debo concentrarme en los exámenes, es sólo un chico... él muy cabrón se estiró para besar mi cuello.

—Christian... me harás perder.

—¿Por qué?— cuestionó con voz baja —Si estamos jugando limpio, ¿no es así?

—Deberíamos declarar empate y jugar otra cosa.

—Oh, cariño, si lo haces me complacerá saber que estarás a mi disposición las próximas tres semanas— Gruñó, obviamente esa idea lo tenía más entusiasmado que a mí.

—Christian— mi voz se dulcificó —por favor, juguemos otra cosa.

Sonrió —¿Póker?

Ahí vamos otra vez —¡No!— Jugar póker aseguraría por completo que haré labores domesticas.

—Entonces continuemos jugando— dijo, su sonrisa se ensanchaba más.

Me he metido en la boca del lobo.

—Mano derecha, amarillo— dije, quitándole aquella vista de mis pechos y alejándolo un poco de mí, aunque con ésta manta de plástico pequeña era difícil.

—Pie izquierdo, rojo.

Oh Dios, aquí llega el punto en donde pierdo. No soy lo suficiente flexible para doblarme tanto o siquiera estirarme... mierda. El timbre sonó, ¡gracias al cielo!, salvándome. Sonó de nuevo pero él ni se inmutó.

—Voy a-a ver quién es.

—Deja que sigan tocando.

—Puede ser importante— suspiró.

—Está bien, pero regresaremos a nuestras posiciones.

Me levante rápidamente de ahí, quien quiera que fuera se lo agradecía interiormente, Christian se dejó caer en el plástico. No me tomé el tiempo para observar por la mirilla y abrí.

Así empiezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora