Capítulo 7

5.3K 433 25
                                    

Anastasia.

Momentáneamente detengo nuestro baile.

Dijo que le gusto. No, estoy oyendo mal. Siento como un escalofrío recorre mi espalda. Christian baja la cabeza, apenado.

Un silencio abismal se forma entre nosotros.

—Lo siento— Masculla.

—Christian, creo que... que estás confundido— Niega con la cabeza.

—También lo pensé pero llegué a la misma conclusión, siempre.

Toma distancia de mí. Emite una risa nerviosa.

—Esto es algo nuevo para mí— Juega con sus dedos.

—¿Qué?— Camino a lado de él.

Voltea a verme con cara de: Es obvio, ¿no?

—Que me rechacen.

—No te he rechazado.

—Pero no respondes, es un rechazo para mí.

—¿Qué esperas que responda?

—Nada. Necesito una copa.

Camina rápidamente hacia la puerta corrediza, perdiéndose en la muchedumbre que bailan alocados al ritmo de una salvaje canción referente al sexo.

Estoy aturdida. ¡Dijo que le gusto! Esto no debe estar pasando, es producto de mi imaginación. Sí, eso es. ¡Lo dijo! No es mi imaginación. ¿Qué esperaba que dijera? No me propuso algo en concreto, declaró que yo le gusto. Eso no necesita una respuesta ¿o sí? ¡Dios! He perdido práctica en esto. ¿Debería buscarlo? No quiero que asuma otra cosa. Un momento... ¿estoy aceptando que también me gusta? ¡No! Por supuesto que no, su reacción me hizo sentir ruin, solo eso.

¡Le gusto! ¿Cómo podría gustarle? No soy rubia, ni voluptuosa, no soy su tipo. El gusta de las niñas populares, bonitas, con más dinero que sentido común.

Un golpeteo me saca de mis pensamientos.

—¡Ana! Te he estado buscando— Kate besa mis mejillas —Christian me dijo que estabas aquí, ¿qué le pasó?

¡Qué! —¿Por qué lo dices? —Pregunto, alarmada.

—Está dejando que José le dé una de sus tantas mezclas especiales. ¿Quién hace eso? ¡Ugh! Te apuesto que quedará noqueando en la quinta copa.

—Debo ir a verlo.

Cuando estoy por dar la vuelta, Kate me toma del brazo.

—Deja que se divierta, Ana. No pasa nada, pueden quedarse ésta noche aquí— Refunfuña —Y por lo que vi, es buen amigo de José.

—No, Kate... yo tengo que ir con él. No puede tomar tanto, le hará daño.

—José lo está cuidando. Dime... ¿escuchaste mi audio? —Mueve las cejas, sugerente.

—Sí— Respondo avergonzada —Christian lo escuchó.

Comienza a reír desmesurada.

—¿Qué dijo?

—No mucho, disfrutó avergonzándome.

—Y aún así lo trajiste aquí.

—¡Oh! Bueno, era una forma de disculparme, porque gracias a ti y a Amy pasé la vergüenza más grande de mi vida y me desquité con Christian.

¡Quiero verlo!

—Ya lo creo. Te urge ir con él, ¿verdad?

—No. ¿Por qué?

Así empiezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora