CAPITULO 4

401 21 0
                                    


Los recuerdos buscando aún qué morder

Como dientes de fiera no saciada.

Buscan, roen el hueso último devoran

Este largo silencio de lo que quedó atrás.

Era de mañana el tren que partía a la Ciudad de Buenos Aires estaba por llegar, en la Terminal Esmeralda y Cooper se despedían.

-no quiero que te vallas, convence a tus padres de venir conmigo, soy un buen amigo, por favor-insistía Cooper, el no quería separarse de la joven que día a día se había ganado su corazón.

-Coop, sabes que no puedo, mis padres no me dejan, intenta escribirme si, yo si te puedo contestar te contesto, ¿sí? -Ella trataba de aliviar a su amigo-Ya llego el tren.- se quejó ella.

-te voy a extrañar.

-yo lo haré también

-te quiero.

-yo también lo hago-le respondió esmeralda mirándolo.

-más que quererte te amo, por eso no quiero dejar ir.-ella se quedo helada.

-¿Qué dices? Coop, no me Hagas esto, no ahora, me tengo que ir, por favor- ella lo abrazo mientras sollozaba.

-porque, puede que no nos volvamos a ver. Además te digo lo que siento por ti. No quiero que te vayas.

-por favor ya basta, Coop, basta, me tengo que ir, adiós-dijo ella sacándose de los brazos que la sujetaban.

Ella camino apartándose unos pocos metros de él, pero un impulso la hizo volver y correr hacia los brazos de Cooper, besarlo y llorar.

-te amo Coop pero las cosas son así, lo siento.

Minutos después, ella, subía al tren, llorando por separarse de su amor, un amor que no era oportuno.

Buenos Aires

Esmeralda llegaba a la estación de Buenos Aires, era de noche y las estrellas brillaban, por ahora todo iba bien. Bajo del tren, miro para todos pero no encontró a nadie que la hubiera ido buscar, nada distinto siempre lo mismo, hace tres años le habían dicho que cuando volviera sería distinto, pero todo era igual. Entre el griterío escucho gritar a alguien su nombre. Al llegar al lugar de dónde provenía el grito se encontró con un joven de 26 años, alto, corpulento, de cabello y ojos oscuros y de mirada intimidante, ella pensó que era el chofer. El joven la guió hasta el carro luego de subir ella se acomodó pero observo que otra persona manejaba el carro, entonces no era un chofer ¿tal vez un sirviente? Cuando él subió le hizo la pregunta que desde hace minutos rondaba en su mente.

-¿y tú quién eres?-pregunto ella.

-soy Marcos hijo de los Echeverría, tus vecino.

-pero que yo sepa los Echeverría no tenían hijos.-respondió ella recordando a sus amargados vecinos.

-sí, solo a mí, es que yo siempre estudie afuera.-respondido con autosuficiencia.

-pero ¿Por qué mis padres no me vinieron a buscar?

-ellos tenían un trabajo muy importante.

-como siempre­- dijo en un tono irónico.

-tu mente, ni tus pensamientos de tus diecisiete años no comprenden el esfuerzo que tus padres están haciendo para que tú vivas bien.

-yo no lo veo de esa forma, mas bien creo que intentan deshacerse de mi.-el silencio tomo forma en lo que restaba del viaje.

Marcos sabía lo que pasaría luego, sabia el plan del padre de ella, pero no le importaba, también tenía planes para ella.


Por siempre tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora