PROLOGO

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"Miro a las estrellas

Tratando de encontrar una respuesta

Esperando a que amanezca

Y encontrar el camino de mi soledad"

.

Estancia Vancouver, Buenos Aires, fines de febrero de 1896

Las nubes grises amenazaban la pequeña ciudad de Buenos Aires, las oportunidades eran muchas pero para algunos la felicidad no les alcanzaba y robando la de los demás suplían su vacío corazón. Esto ladrones a diferente personas y esta vez le toco a Esmeralda.

Todo comenzó el día que ella nació. Su madre era Eugenia Hilios, de 26, y su padre Octavio Vancouver, de 35, ellos estaban casados desde 1877, aunque ella por fin había quedado embarazada, luego de 9 años, la felicidad era notable en cada rincón de la casa.

Para él la dulce espera le gustaba, esperaba mucho que él bebe naciera y que algún día ocupara su lugar, el 27 de enero de 1882, él recibió la noticia de que Eugenia estaba por dar a luz, él estaba feliz, salió rápido del trabajo, en el camino pensaba en el nombre que le iba a dar al niño.

Al llegar la noticia de que era una niña y no un niño, a Octavio lo puso furioso, el no querían una niña, el querían con ansias que sea un varón ya que tenían más oportunidades de vivir en esos tiempos que, para lo que él era, una despreciable niña, pero el error era irreparable para él.

Lloro toda una noche y cada hora se repetía a si mismo:

<quien llevara mi herencia, hay pobre de mí que me toco tener una niña y no un niño, ¿porque? ¿Por qué a mí?>

Ya desde el principio Octavio no la quería a Esmeralda, por más que fuera su hija no la trataba como tal, para él la bebe era un estorbo y siempre lo seria.

Eugenia sabia de todo eso pero no se animaba a hablarlo con él, era demasiado miedo el que ella le tenía a él que no se animaba a decírselo.

Así la pequeña Esmeralda, una niña de ojos mieles y cabello castaño, creció con el poco amor que le otorgaban sus padres.

Esmeralda se levantaba mientras recordaba lo pasado la noche anterior, sus padres le habían dicho que iría a estudiar a Lausín por tres años, Lausín era un internado en Paraná, Entre Ríos, ahí generalmente iban adolescentes de distintos países y Vivian ahí, no salían del internado sin un permiso y se podía quedar en el verano.

Para su padre, que quería deshacerse de la molestia que implicaba su hija rondando en su vida, era una oportunidad única.

Para Esmeralda no.

No volvería a su casa en tres largos años, sus lágrimas habían empapado su almohada y ella con tan solo 14 años no entendía porque le pasaban esas cosas, no comprendía la razón de que sus padres hayan decidido tal cosa ni porque deseaban separarla de su familia.

Tal vez su padre quería deshacerse de ella por un tiempo, nunca demostró cariño hacia ella, nunca lo hizo. Y jamás lo haría.

Por siempre tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora