3| PRESAGIO (Harry Styles)| *Tercera y última parte*

Capitulo 39.

Él día está gris, y amenaza con llover.

El trayecto es rápido y silencioso.

Mi madre aparca en una extensa fila de coches.

A decir verdad, Clarissa era ese tipo de mujer amigable a la que todos conocían y sobre todo querían, ya sean sus hijos, amigos, compañeros, e incluso vecinos.

Tomo una gran bocanada de aire, y enseguida salimos del coche para dirigirnos hacia donde se encuentran el resto de las personas. Mientras nos encaminamos lentamente, Harry me toma de la mano con suavidad y da delicadas caricias con su pulgar.

Al acercarnos, nos topamos con bastantes personas, a las cuales he visto un par de veces, en especial las amigas de Clarissa. Todas se encuentran muy desbastadas, y tratan de ser fuertes para los hijos de Clari.

Suelto la mano de Harry, y me acerco hasta Millie., quien se encuentra apegada al cajón, donde yace el cuerpo sin vida de su madre.

Millie agarra mi mano, y la presiona con fuerzas.

Me tomo unos minutos para observar a Clarissa. Enseguida noto que lleva puesto su vestido favorito. El vestido que le obsequió Max hace unos años atrás. Tiene un sencillo encaje, sus mangas son hasta los codos y es de color blanco sucio. Su cuerpo se encuentra completamente pálido, y puede notarse que la han maquillado un poco. Se ve bastante delgada, y por un momento me impresiona como se le notan los huesos en sus muñecas.

Enseguida comienzo a buscar a Max con mi mirada, pero no consigo ubicarlo.

Rápidamente la suave voz de Millie me interrumpe.

-Max se ha ido –susurra, y su tono se oye demasiado débil. –No pudo... soportar ver a mi madre aquí... -continúa y nuestras miradas se encuentran.

Sus ojos verdes están cargados de dolor y mucha angustia.

-Heath..., necesito que vayas a mi casa. Sé que Max está allí, estas últimas horas no se ha despegado de la habitación de mi madre y no quiere ver a nadie, pero estoy segura que a ti si querrá verte.

La manera en la que me lo dice me hace ver a Millie como una pequeña niña vulnerable, quien también sufre por su hermano.

-¿Estás segura que quieres que vaya? –pregunto con suavidad.

Da un suspiro.

-Max parece un chico duro...-vacila por unos instantes, mientras su mirada se pierde en el cuerpo de su madre. -Pero por dentro es mucho más débil de lo que te imaginas.

Le doy un fuerte abrazo y un beso en su frente.

Le pido a mi madre que se quede con Millie, y le doy la breve explicación de lo que está pasando con Max. Ella solo asiente, y no duda en dirigirse con Mill, quien se encuentra en compañía de Ryan.

-No me ofreceré a ir contigo, no creo que quiera verme exactamente a mí –balbucea Harry, una vez que termino de explicarle lo que sucede.

-Nos vemos luego... ¿Sí? –mi voz se oye casi imperceptible.

-De acuerdo –murmura, y antes de irme me da un dulce beso en los labios.

La casa de Millie no queda tan lejos de aquí, así que decido ir caminando. El cielo se vuelve cada vez más gris, y está vez se oyen truenos, pero por suerte aún no llueve.

Acelero el paso, y enseguida llego a la casa de Millie.

Tomo una gran bocanada de aire, y lo primero que hago es verificar si la puerta principal se encuentra sin seguro.

La puerta se abre, y me adentro a la casa con lentitud.

La habitación de Clarissa, al igual que todas las habitaciones, se encuentra en el piso de arriba. Camino hasta las escaleras de madera, y comienzo a subirlas.

Enseguida capto un fuerte sollozo.

Siento como el corazón se me estruje, y los ojos comienzan a bañarse en lágrimas.

Me muerdo el labio para evitar llorar y saco fuerzas de dónde puedo.

El llanto de Max es tan fuerte que en estos momentos no sé cómo enfrentarme a él. Lo he visto llorar tan pocas veces, que cada vez que lo hace, de alguna manera algo muy dentro de mí se rompe en mil pedazos.

La puerta de la habitación de Clarissa se encuentra cerrada.

No sé si entrar directamente o golpear la puerta. En fin, en menos de dos segundos tomo la decisión de entrar sin golpear.

Abro la puerta y me topo con la figura de Max, quién se encuentra parado enfrente de la ventana de la habitación, la cual da directamente al grisáceo cielo.

Lleva unos jeans negros, una camiseta negra manga corta, y zapatillas blancas.

Está de espaldas a mí, y tiene ambas manos dentro de los bolsillos de sus jeans.

-¿Qué haces aquí? –pregunta con su voz sumamente cortada.

En ningún momento se voltea para mirarme.

Me toma de sorpresa que me lo pregunte de esa manera, y por algún motivo me siento insegura.

-No quiero invadir tu privacidad Max, si quieres que me vaya me v...

-No –me interrumpe.

Gira lentamente, y me topo con una mirada vacía y llena de dolor.

Sus ojos azules están cubiertos en lágrimas y sumamente rojos, lo cual da la sensación de que no ha parado de llorar ni un instante.

-No quiero que te vayas –agrega, mordiéndose el labio inferior para no llorar. –Te necesito Heather...

Y está vez las lágrimas rebalsan de sus ojos.

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