Sueño profundo

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El tiempo se me ha pasado volando, lo admito.

Pido perdón a todas aquellas personas que aguardan mi regreso, pero mi escusa será sencilla: la cama de la habitación de invitados del señor Bruce Wayne es comodísima.

En serio, deberías de probar recibir una fuerte dosis de alucinógenos y calmantes mientras que el cansancio por unos días ajetreados terminan de dejarte fuera de servicio. Parece que hubiese estado un mes sin estar consciente, aunque en realidad han pasado cuatro días.

Os lo repito: lo siento de corazón.

Una puerta me interrumpe en los pensamientos y el mayordomo aparece cargando una bandeja llena de dulces, una taza, una tetera, azúcar y cucharitas.

Me recuesto e intento fingir que llevo una vida despierta, aunque el reloj de cuco me repite constantemente los cinco minutos de actividad.

-- Deberíais de haberme informado de que estabais despierta. Os podría haber atendido con anterioridad.

-- Es más importante vuestro protector; sobre todo cuando es quien os va pagando vuestras duras jornadas --Alfred se detiene y me mira de reojo con temor--. Prefiero un Cola-Cao, pero sin que le eches esas gotas de la verdad. No te voy a mentir, ni os voy a estorbar (demasiado), sólo quería tener una pequeña conversación con Bruce.

-- ¿Cómo me aseguras que no me vas a mentir?

-- Porque, cuando bajemos a esa cueva, podré contártelo todo. Es horrible conocer demasiado de las personas y no poder contar el porqué de mi conocimiento. Es un secreto: y puede que os ayude a los dos. También puede que veas al murciélago retirado de las calles unos días.

-- Entonces ayudaré encantado. Quiero que todos los miembros de esta familia estén a salvo.

Capto el doble sentido del mayordomo y comienzo a indagar con temeridad. Hay más de un miembro al que Alfred quiera proteger, ¿pero quién?

Lo primero que encuentro es el rostro del multimillonario, seguido de un chico mayor un año que yo y por último mi rostro se encuentra algo borroso.

¿Por qué me incluye dentro de la familia? ¿Ya lo sabe?

Vuelvo a indagar, buscando los días inconscientes.

Puedo ver a un hombre de color, al que Alfred lo menciona varias veces como Lucius, que me quita sangre mientras susurra un ''puede que no salga con vida'' (en otro momento me hubiese asustado pero con suerte estoy aquí y respiro muy bien).

No encuentro lo que busco y paso días hasta que encuentro a los dos amigos juntos.

Él le confiesa a Alfred que ha encontrado coincidencias en el ADN y que sabe la verdad.

-- Señorita, ¿se encuentra bien? --vuelvo a la realidad.

-- Sí, perdona... Estaba pensando.

-- Bueno, entonces eso quiere decir que todo ese tiempo durmiendo no te ha servido --un chico me habla desde la esquina de la habitación.

No lo he sentido en ningún momento y sin embargo está ahí, como si toda la conversación hubiese sido entre los tres.

Viste de calle, con unos vaqueros beige y una camiseta azul con un águila estampada. Tiene los brazos cruzados mientras está ligeramente apoyado en la pared.

Me resulta muy familiar e intento recordar el porqué.

Sus ojos azules danzan siguiendo el ritmo de Alfred que revisa todo para que me sienta mejor (aunque solo hace que me sienta incómoda: no soy quien para que me traten así).

Una esperanza fugaz (The Flash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora