Amigos de la infancia

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Con el cuerpo molido, busco las mejores zonas para poder apoyar los pies y no resbalar. El paseo se ha hecho más cansado sin las motivadoras charlas, aunque he de admitir que el ritmo ha sido más ligero.

Llegada la tarde he podido encontrar un enorme edificio con algunos adornos japoneses, colores rojos intensos, dorados y fuertes negros que han terminado de aligerar mi cuerpo.

Los últimos tramos los he hecho corriendo (y reteniendo lágrimas de alegría), mientras el corazón ha estado a punto de reventar y hacer que todo fuese en vano.

Miro con cierta incomodez a los miles de hombres (sólo hay una o dos mujeres) que custodian mis palabras y retienen cualquier tipo de mirada curiosa.

-- Aunque haya venido muy recomendada, e impulsada por uno de los miembros más destacados, creo que debe saber, señorita, que deberá usted demostrar por qué es necesario que la ayudemos.

Mis labios están secos y lo único que puedo conseguir hacer es articular dos palabras: "Poderes y ayuda''.

-- Tendrá que ser más especifica y demostrar que vale más de lo que está mostrando --no estoy empezando muy bien por lo que veo en su cara.

No puedo hablar, ¿pero acaso es necesario hablar? Según cuentan, una imagen vale más que mil palabras; y yo puedo usar esas imágenes.

''Señor, Ra's al Ghul, no puedo explicarle con palabras lo que me sucede y mucho menos delante de todas estas personas (a las que, por lo que veo, incluso usted duda sobre su lealtad). Como sabrá (he sido lo suficientemente cuidadosa para revisar toda la información que posee sobre Bruce), el señor Wayne ha decidido ofrecerme su mano para poder lograr librarme de esta carga pesada que usted puede considerar un don, pero que en mi realidad no resulta así''. --El líder, un hombre de mediana edad con el pelo plateado, la cara cuadrada y definida, y con unos ojos embaucadores; enmascara a la perfección su instruido semblante. No me busca por ninguna parte, pero tampoco muestra unos elevados índices de terror por su cuerpo: ha sido preparado incluso para controlar sus emociones, justo lo que yo necesito--. ''Por lo que, señor Ra's al Ghul, le pediría que no me haga confiar en aquellos en los que ni siquiera usted confía''.

En la estancia, tan solo hay silencio, y las únicas personas que estamos centradas en un tema concreto disimulamos y ayudamos a procrear la ausencia de algún sonido.

-- Me cuesta mucho decir que no sois bienvenida, señorita. Pues has demostrado valentía osando hablarme de esa forma y sin ningún tapujo: aunque creo que has tenido la ayuda de cierto aliado con grandes dotes.

Sólo puedo pensar una cosa: ''si tú supieras...''.

-- Pero, mi señor, si me permite la osadía: no se ha valorado por completo su persona --esa voz me suena mucho y busco por los múltiples soldados algún rizo sobresaliendo o algún tick nervioso que le pertenezca.

-- Es cierto, pero ella no me ha pedido entrenar su fuerza; lo suyo es algo más complicado. Por ello sólo le enseñaremos las cosas básicas: las mismas que por el momento tú estás sobresaliendo en ello, por lo que, serás su tutor --es él, no puede ser otro: es Sergio--. Rompan filas.

Me siento bastante extraña, paralizada en el medio de la sala, con puntos borrosos desapareciendo constantemente hasta ser la única.

Aunque tan sola no me encuentro, porque Sergio (que no sabe que le reconozco) se acerca a mí.

-- Primera lección: no hay que odiar este sitio por ninguna de las perrerías que te hagan, son tu entrenamiento diario. ¿Vale Olivia? --me habla con el cariño de sus palabras, por mucho que intente ocultar su voz con un tono más grave.

Espera que me sorprenda pero yo muestro media sonrisa y abro mis brazos mientras le invito a un abrazo de amigos de la infancia.

-- ¿Ésta es tu forma de defenderte?

-- No, es mi forma de abrazar a mi amigo empollón desde la infancia. Al mismo que la gimnasia se le da como el culo pero que resulta que ahora se está entrenando en la Liga de los Asesinos muy lejos de Central City, nuestro hogar.

Sigo con los brazos abiertos, mostrando que le quiero dar el abrazo, pero Sergio se ha quedado paralizado con la catana en la mano izquierda.

-- Olivia, por favor, vete: ahora voy a por ti --su tono de voz es seco e hiriente, pero él es consciente.

Me adentro en su mente y sólo veo el color rojo. Él está intentando aguantar y luchar con el efecto de ese meta-humano.

Aguardo en silencio, bajo las manos y espero a que él esté más calmado: confío en él. Además, si sigue bajo los efectos de ese meta-humano no puedo serenarlo porque sólo lo empeoraría.

Siento la presencia de todos los soldados que se habían ''esfumado en cuestión de segundos'', pero creo que solo esperan a que Sergio se descontrole para reducirlo.

Cuando cambia la catana de brazo, supongo que ya está tranquilo, pero no hago ningún movimiento.

Mueve sus pies para tener mayor equilibrio y hace florituras con el arma hasta terminar señalándome a mí.

Me va a atacar.

Me introduzco en su violenta cabeza y veo las maniobras que tiene ensayadas y planteadas: solo ardería medio minuto en terminar de matarme (si no conociera nada de sus movimientos).

Ataca en un movimiento rápido y sin dudas, gira la catana y apunta al lugar donde debería estar mi brazo derecho (pierde el equilibrio al haberme movido), agarra mi brazo e intenta inmovilizarme para terminar asestando un fuerte golpe.

Yo le paso la pierna izquierda por detrás y con un fuerte empujón cae de bruces. Aprovecho y lo desarmo y me quedo mirando atónita a Sergio que hace ademanes de saltar y seguir peleando o de dejarse vencer.

Entro en su mente, y veo cómo está reduciendo el color rojo, hasta que se va apaciguando y regresa a la normalidad.

Tiendo una mano de ayuda y espero el abrazo que me da su calor y me transporta de nuevo a los momentos sencillos y menos frágiles.

-- Lo siento mucho Olivia.

-- Sé que no eras tú. Sigues estando bajo los efectos de ese meta-humano, te entiendo. Aunque tendrás que contarme qué haces aquí y porqué sigues con esos problemas --le miro a la cara y sonrío--. ¿He pasado tu prueba de físico, o tengo que venir otro año más entrenada?

Una esperanza fugaz (The Flash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora