Sergio: la respuesta siempre es Sergio

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Las agujetas me invaden por todo el cuerpo, no puedo moverme sin parecer un pato, pingüino o una avestruz coja. El cuento de que las agujetas se quitan con más deporte, no es más que una tontería: se te quitan esas agujetas; pero aparecen otras muuucho peores (lo aseguro).

Miro con una sonrisa a Sergio que me revisa las piernas buscando al huevo de pingüino que me hace andar de esta forma.

--Sé que te resulto irresistible, no hace falta que me mires tanto --sarcásticamente hablando (aunque si se pone igual que un tomate después de un besito espero que sea así).

Se pone colorado y aparta la vista de mis piernas para fijarse en mis ojos.

--No te lo creas tanto que pareces un payaso con los zapatos demasiado grandes.

Sonrío e intento parecer alguien normal caminando, aunque sólo lo empeoro y hago que se ría fuertemente (menos mal que es un asesino...).

Ya hemos dado la clase y hemos entrenado, por lo que toca una ducha refrescante y un buen descanso que durará unas pocas horas.

-- ¿Cuando vas a volver a casa? --lo admito; me ha pillado desprevenida.

--Cuando termine de controlarme y cuando me necesiten en casa --Sergio me mira con cierta duda--. ¿Me estás diciendo que no has unido los cables aún?

--Hey, que soy inteligente, simplemente quería disimular... ¿Podría ayudarte?

--Eso no depende de mí. Ser justiciera no es mi trabajo, yo me encargo de ayudar y aprender.

--Bueno, si alguna vez te hartas de tu equipo quiero que sepas que voy a comenzar a tener un trabajito nocturno.

Me detengo y le miro con cierta ilusión (algo que también comparte al ver mi reacción).

-- ¿En serio? ¿Y cómo lo tienes pensado? ¿Tienes equipo? ¿Guarida?...

--Tengo un buen portátil y puedo hackearlo para conectarlo a todo lo que necesite. Respecto al sitio es un antiguo orfanato completamente abandonado y cuento con tu hermano en Comisaría (no sabe de su identidad por lo que me relajo y muestro indiscreción) para que me chive de asuntos importantes. Además, también tengo una radio...

Llegamos a la puerta de mi cuarto y con una sonrisa le doy un besito en la mejilla y cierro la puerta (volviendo a intentar evitar ver su cara).

Según mis maestros he conseguido progresar, aunque sigo causando bastante terror cuando hago novedades. Por ejemplo, ayer mi aspecto se volvió borroso con ligero movimiento en la piel, y en unos minutos me encontré rodeada de numerosas personas uniformadas y con trajes especializados.

Para ellos he avanzado de una manera impresionante: en los estudios sólo he tenido dos ligeros deslices y en cuanto al resto parece ser que me controlo en lo básico. Me han torturado física y mentalmente (bueno, tortura es demasiado exagerado... digámosle pruebas para ver mi resistencia) con ayuda de la aleación que utilizó Wells para que no le pudiese seguir leyendo la mente.

Si quieres crearte un escudo frente a mi don, necesitas materiales ferromagnéticos (que interrumpan el campo magnético reorientándose ellos y bloqueando así el paso del campo hacia afuera porque permiten que las líneas de fuerza circulen a lo largo suyo). En general, los mejores aislantes son aleaciones de hierro y níquel, y salvo que tengan un grosor considerable no bloquean completamente los campos magnéticos estáticos (por lo que suerte encontrando un buen casco de este material amig@ mío).

En conclusión, este año ha sido bastante potente y he podido aprender lo suficiente y más (bueno, miento... tengo control sobre mí en las principales cosas pero a medida que he ido aprendiendo he descubierto mayores logros).

Escucho un sonido en la puerta y me levanto dejando la maleta a medias (¿no lo he dicho? ¡Vuelvo a casa mañana! Ya he logrado todo lo propuesto y, de ahora en adelante, sólo me pueden ayudar en los laboratorios S.T.A.R.). Algo me dice que debería de salir corriendo pero no lo hago; cojo un arma y me la escondo bajo la camisa sintiéndome más segura así.

Abro y veo a Sergio que con la máscara sobre el pelo me hace una seña pidiéndome permiso para entrar en mi habitación. Asiento y cierro la puerta con discreción.

-- ¿Recuerdas que siempre me preguntas qué hago aquí?

--Sí, ¿me lo vas a contar ya?

--No, pero te voy a dar una pista más de la que ya tienes: sucedió después de tu beso.

-- ¿Me estás diciendo que soy la causa de que te tengas que entrenar duramente después de que te mostrase mi cariño? --mi enfado se puede notar (un poquito... sólo un poquito).

--No; te estoy diciendo que fue una de las causas, pero que no la principal. El hecho es, que aquel día te olvidaste de tus pinturas y yo las encontré más adelante --me mira con duda por si no lo recuerdo. Asiento como respuesta--... Bueno, lo que pasa es que busqué en tu cuaderno y me encontré un número de teléfono en una de las páginas. Busqué y estuve hablando con él hasta que nos conocimos, después resultó ser el piloto que me llevó a este lugar tras haberse dado cuenta de mi problema.

-- ¿Sabes que ésto es más que una pequeña pista, no?

--Oli, esto es serio. Tú sabes qué es lo que intentaré hacer en Central City cuando regresemos a casa y éste es el primer misterio que puedo resolver: el problema es que no puedo hacerlo sin tu ayuda...

Asiento con la cabeza y me siento en la cama a su lado.

-- ¿Qué es lo que --él se acerca despacio a mi mientras no pierde de vista mis labios--... tienes --cierro los ojos y me acerco--... de momento?

Nos terminamos de encontrar y nos damos un lento beso que termina en milésimas.

Se separa de mí y cuando abre los ojos se aterra.

--Olivia, ¿estás bien? --asiento. Estoy acostumbrada a que mi cuerpo ya no responda como cualquier otro humano por lo que me decepciono al ver que él tampoco sabe disimular como el resto de las personas a su alrededor (duele mucho que alguien a quien le acabas de dar un beso te mire como un bicho raro)--. Lo siento, es que... es que no te veía la cara...

-- ¿Borrosa?

--Sí, pero tenía algunos rasgos que no te pertenecían.

--Es algo nuevo que estoy aprendiendo a controlar, pero que cuando estoy nerviosa junto con una persona me sucede: Es algo que me ocurre por el líquido que se me vertió en la ropa el día del accidente.

Hay un silencio y noto cómo Sergio recapacitula todo.

-- Siento mucho mi reacción Olivia... es que te imaginaba asustada, enfadada o con tu sonrisa: pero jamás sin rostro.

Sonrío y vuelvo a lanzarle otro beso en la mejilla.

--Entonces, ¿qué problema hay con tu piloto?

Una esperanza fugaz (The Flash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora