iii. Mentiras para corazones inocentes

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Nueva Orleans, 1821

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Nueva Orleans, 1821

Entonces... —la niña divagó. Arrugó la nariz mientras comprendía y procesaba la información que le habían proporcionado.

Intentaba rememorar con exactitud las palabras exactas que Elijah vocalizó; sentada en la silla movió sus pies al aire mientras jugaba con sus manos al tiempo que su mente repetía las palabras de su mentor.

—... ¿Kol no quiso estar más aquí? —le miró, dudosa. Cuando Elijah asintió, ella prosiguió—. Y se fue... ¿para recorrer el mundo una vez más?

Otro asentimiento por parte de Elijah. El que tomó el rol de mentor se mordió la lengua en un vago intento de calmar la culpa que sentía al mentirle a Evangeline descaradamente. Igual, también se decía a sí mismo que era lo correcto. Profesar la verdad, la naturaleza de lo que son, era una conversación fuera de los límites.

Especialmente a la tierna edad de la niñez.

Evangeline debía admitir que le parecía fascinante la razón de la partida de Kol. A ella misma le gustaría ver el mundo, sin embargo, había algo que le parecía tan abrupto en ello que intentó por unos segundos más comprender la razón. No obstante, se rindió poco después. En cambio, sacó en voz alta una duda que le llegó:

—¿Cuándo volverá?

Elijah enmudeció por unos segundos.

Evangeline sintió algo así como inquietud.

—Kol va a volver, ¿cierto? —las ceñas de la niña se fruncieron y sus ojos seguían fijos en su mentor.

Evangeline se había encariñado con Kol, aunque hubo algunas veces que no se comportó como Nik o Elijah hacia ella, poco le importó. Ciertamente, era refrescante la poca atención que él menor le proporcionaba a su persona, pues, le daba la impresión de que era un ser enigmático. De esos que leía en las historias que Rebekah le leía, o Elijah le proporcionaba para practicar su lectura.

Ahora, estableciendo que la manera de Kol de tratarla era diferente, él nunca la trató mal. No cómo solían tratarle en su antigua casa. Kol simplemente era diferente, y  en su inocencia —y completa ignorancia de su verdadera naturaleza—, Evangeline creía genuinamente que Kol mismo era diferente a sus hermanos. Poseía mucha más soltura en ciertos aspectos. Y si de verdad le era necesario describirlo con un adjetivo, Kol sería gracioso.

Mucho más jocoso que Elijah, Niklaus y Rebekah, especialmente durante las comidas Kol siempre soltaba alguna frase que le hacía reír junto a Marcel mientras que los demás presentes aguardaban en silencio.

Evangeline creía que esa diferencia no era del total agrado de sus hermanos.

Elijah tragó saliva.

—Él volverá, lo prometo —trató de sonreír, pero estaba más que seguro que había salido una mueca pobre en su lugar. Sin embargo, Evangeline no lo notó ya que su sonrisa se ensanchó más—. Ahora, señorita, llama a Marcellus para sus clases, por favor.

Ties Of Family ━━ The OriginalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora