xvii. Prioridades familiares

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Francia, 1918

Lo único que se escuchaba con claridad en el comando de La Hermandad de los Condenados era los disparos y las diferentes bombas que los alemanes lanzaban para poder cruzar la frontera con facilidad, los soldados que se encontraban de guardia protegiendo su lado de la frontera estaban atentos y devolvían los disparos y las bombas. La gran guerra en su máximo esplendor. Para no ser heridos se escondían detrás de unas lomas, al mismo tiempo que recargaban sus rifles para volver disparar.

Marcellus, había sido llamado el año anterior para presentarse y alistarse. Con orgullo aceptó el llamado, le quería ser útil a su nación; ¿Así que mejor manera? Elijah, Rebekah y por supuesto, Evangeline se sentían orgullosos de él. Klaus, por otra parte, no le gustó.

No estaba contento, para nada.

Ni siquiera se había despedido de Marcel, puesto lo único que quería Klaus era que él se quedará con su familia en Nueva Orleans, pero Marcellus no le concedió eso. Es más, hasta el último momento en donde Nik lo trato de convencer, salieron molestos el uno con el otro. Pero, aun así, eso no detenía a Nik para conseguir lo que quería.

—Marcel—le llamaron, él de manera rápida dirigió su mirada hacía la persona que pronunciaba su nombre, era un cadete que venía del Comando Principal—. Requieren tu presencia en el Comando—anunció, Marcel asintió y poniéndose el casco en la cabeza y dándole un palmada a su compañero; Joe, salió de detrás de las lomas de protección que ellos mismos habían creado.

Para llegar al Comando se necesitaban un par de minutos, puesto estaba un poco alejado de la parte en donde todos los soldados se reunían para atacar al enemigo, por razones obvias. Antes de entrar a la tienda del General; se quitó el casco por mero respeto ante él, dio un paso firme hacia la entrada y lo que vio de primera mano no fue lo que esperaba.

Música; un par de mujeres, alimento en abundancia y claramente no se podía obviar al gran Klaus Mikaelson sentando en la silla de su General en jefe.

—Odio la guerra, amo los cascos—dijo mientras en su mano izquierda mantenía un casco con una punta filosa en el centro, Marcel lo reconoció con facilidad puesto eso eran de los que usaba el General.

Marcel suspiró.

—Klaus. ¿Qué estás haciendo aquí?—preguntó con cansancio.

—Bueno, te fuiste antes de que pudiéramos despedirnos. Y pensé, ¿Por qué no ir a visitar a Marcel?, claramente no podía venir sin traer algunos regalos—explico con una gran sonrisa adorando su rostro, mientras con ambos manos hacía un ademán hacía las mujeres, dando a entender que ellas y la comida eran los regalos.

Ambas chicas se acercaron a Marcel. Por segundos dudo y quería mandar todo al diablo; al escuchar sus latidos ir con rapidez. Esto era un castigo para él. Una tortura y una tentación.

—¡Oh vamos, por el amor de Dios!—exclamó Nik mientras observaba como Marcel se resistía, pero aun así veía su mirada y esta decía otra cosa; lo que quería en verdad quería hacer—. Sabes que quieres. Sólo un poco.

Sus palabras solo lo incitaban más. Sacó sus colmillos y se dirigió al cuello de la chica; listo para saciar su sed de sangre... Hasta que Klaus abrió la boca otra vez.

—Hazlo y luego vuelve en Nueva Orleans—todo el deseo por la sangre al escuchar aquello se había esfumado con el viento.

Marcel recobró la postura y retrocedió.

—Tengo que volver a ver a mi lugar y cuidar a mis hombres—enunció con seguridad.

—¿Tus hombres?—gritó Klaus, saliendo del escritorio y acercándose con rapidez hacía Marcel—. Deja de ser tan ridículo, Marcel. Rechaza la comida y todo lo que quieras, pero no te equivoques. Tu lugar es tú hogar, aquel lugar en Nueva Orleans. Con Evangeline, Elijah, Rebekah y conmigo. Con tú familia.

—Una vez me dijiste que la familia son las personas por las cuales luchas y las cuales luchan por ti. ¡Eso es lo que estoy haciendo!—bramó con cólera—. Así que tú vete a casa, Niklaus.

—¿Rechazas a tú verdadera familia?—con el mismo tono le respondió, no le importaba hacer una escena con tal de que él volviera a su hogar con su familia.

—No la estoy rechazando, siempre la amaré—negó rápidamente—. Pero, ahora estoy peleando por esta familia. Así que vete a casa, Klaus. No tienes nada que hacer aquí.

Terminó y no esperó respuesta alguna de Klaus, sólo se fue de ahí. El original permaneció en su lugar; todo el viaje resultó para nada. Así que tendría que encontrar una manera de descargarse antes de volver a la ciudad.

•••

Nueva Orleans, mismo año

—Al parecer a alguien no le fue bien en Francia—comentó divertida Rebekah al ver como su hermano le salía la ira por los ojos.

—Cállate, Rebekah—dijo, en cambio Klaus entre dientes, mientras subía a velocidad vampírica y se encerraba en su estudio.

—Iré a ver qué le sucede.

—Deberías dejar que se calme, Evangeline. El temperamento de Niklaus no es el mejor en estos momentos—habló Elijah, Eva sólo asintió y todo volvió a cómo estaba antes de que los pasos firmes de Klaus se escucharán.

Alrededor de cinco minutos después los tres vampiros haciendo sus cosas individualmente escuchaban cierto ruido en la habitación donde Klaus se había encerrado, Evangeline dirigía su mirada cierto tiempo hasta aquella puerta.

—Puedes ir, Evangeline—los ojos de Elijah salieron un momento de su lectura y llegaron hasta la pelinegra, ella dejó lo que hacía en la silla y subió hacia donde se encontraba el estudio.

Toco pero Klaus solamente la ignoró, ante eso, Evangeline abrió las puertas para entrar y luego las cerró; cuando ya se encontraba completamente dentro.

—Ahora él dice que su familia son aquellos hombres—habló con repudio al repetir las mismas palabras que Marcel le había dicho, mientras se encontraba de espaldas a Eva.

—Eso es bueno... Hacer amigos, trata de salvar el mundo. Está creyendo en sus propios ideales. Se está convirtiendo en un líder, ese que Elijah siempre le animó a ser. Y al que tú siempre apoyaste en lo que fuera, inclusive cuando mató al Gobernador. ¿Por qué ahora es diferente?—preguntó mientras se acercaba a él.

Klaus se paró abruptamente.

—Por qué no está con nosotros. Somos una familia—lo doble estándar que podía sonar lo que diría a continuación no le importó—. Las familias tienen que permanecer juntas.

—¿Tienes miedo de que Marcel jamás vuelva?—inquirió Eva.

Klaus no respondió.

A decir verdad, ese era uno de sus más grandes miedos, lo atormentaba cada día de su larga vida. Tenía miedo que en algún momento sus hermanos e inclusive Marcel o Eva se alejarán por siempre de él. Después de todo, él solo quería lo mejor para su familia, él los amaba todos. Que lo demostraba de una manera egoísta era otra cosa.

—Te puedo asegurar que cuando todo termine—a la guerra se refería—, Marcel volverá con nosotros. Podrás hacerle una fiesta cuando regrese porque peleó por su nación, peleó por nosotros. Peleó por su familia, después de todo, eso es lo que siempre nos han enseñado ustedes; pelear por nuestra familia. Y Marcel lo está siendo con valentía y honor. Es un guerrero. Él es tal como el nombre que le diste hace años—terminó con una sonrisa.

—Es bueno ver que no he hecho algo mal—susurró Klaus mientras una pequeña sonrisa se posaba en sus labios.

Ties Of Family ━━ The OriginalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora