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Nueva Orleans, 1919
Marcel bajo del auto que lo traía directo de la estación hacía su hogar, la Gran Guerra—como había sido llamada para ese tiempo— había culminado con el armisticio que finalmente firmó Alemania. Con unos cuantos daños colaterales, su hermandad vio la gloria; como por ejemplo: la pérdida de su amigo Joe, pero eso sólo lo motivó más a obtener la victoria. Y así lo hizo, después de unos cuantos problemas Marcel había llevado a su hermandad a la victoria en lo que fue la Primera Guerra Mundial.
Vio de frente al gran recinto que hace un año y unos cuantos días no pisaba, entró sin más y fue aquella una sorpresa grata lo que se encontró. Todo estaba decorado con los colores del país y una gran cantidad de personas a penas el moreno apareció comenzaron a aplaudir con euforia.
Marcel no supo que hacer o decir, así que sólo se limitó a sonreír con cierta pena, en primera fila estaban; Klaus, Elijah, Evangeline y Rebekah, quienes ellos fueron los responsables de la gran fiesta que se llevaba a cabo en ese momento.
Klaus fue el primero en acercarse y darle un gran abrazo de bienvenida, Evangeline siguió y de todos fue el abrazo que más duro, seguidos de ellos; Elijah y Rebekah. El abrazo con esta última fue el más rápido de todos y si no se les hubiese visto bien hasta se podría decir que no hubo ningún tipo de contacto entre sus cuerpos.
Marcel luego de los abrazos y que la gente volviera a lo que hacía ante que al agasajado llegará se dispuso a ver bien y detallar el lugar, en el medio de todo había un gran cartel que decía: «Bienvenido a casa» Este al igual que todo lo demás iba acompañado de la bandera de los Estados Unidos. Sonrió, era bueno estar en casa. Vio a lado derecho y observó a Rebekah, quien hablaba con dos caballeros, le dio una pequeña sonrisa que rápidamente fue correspondida por la rubia.
—¿Cómo te sientes al estar de vuelta?—la voz de su hermana lo sacó del encanto.
—Feliz. Y mucho más feliz al volver a verte, hermana—la abrazó con fuerza. Eva correspondió el abrazo también soltando una risa. Segundos después el abrazo se disolvió, y siguieron hablando de cosas sin importancia alguna.
—Aquí está, nuestro héroe guerrero—la voz de Klaus se hizo presente, mientras que al mismo tiempo interrumpió la conversación de Marcel y Eva.
El moreno le dio una sonrisa. Y el vampiro se la correspondió.
—Es bueno tenerte de vuelta—Klaus rio, pero no de aquellas risas que él soltaba sarcásticamente, no, era una de alegría, era porqué su familia estaba unida otra vez—. Con el permiso de Eva podré charlar un poco más con mi gran amigo Marcel—el original miró a Eva, esta asintió y le sonrió. Segundos después Eva fue en busca de Rebekah y Klaus se llevó a Marcel a la barra que había en la fiesta junto con Elijah.
