Capítulo siete

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Pero nunca lo volví a ver; decían que su madre se había muerto y que lo arrastró a él junto con ella al infierno.

Decían que su casa estaba embrujada y que ellos descansaban enterrados en el sótano.

Y toda clase de rumores mundanos y estúpidos que dejaron de importarme. Crecí y me olvidé de que alguna vez existió.

Mi vida cambió y aunque suene extraño, fue gracias a la idea de que sufriría de diabetes.

Cuando me hicieron la predicción creí que mi vida estaba acabada y que sólo se basaría en dolorosas inyecciones diarias que acabarían conmigo y con lo poco que quedaba de mi esencia; entonces empecé con el cambio e hice un esfuerzo.

Lloré, maldecí y me rendí muchas veces pero había algo que me impulsaba a seguir, a levantarme y a quitarme, literalmente, ese maldito peso de encima.

Y lo logré; mucho tiempo después, pero lo hice.

Lo que mejor sabemos hacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora