Ojalá todo fuera perfecto como siento que es lo es.
Ojalá todo hubiese sucedido mucho antes y de otra manera, ¿pero para qué lamentarse? ¿Para qué lamentarme si estoy tan cerca? si sólo tengo que atar unos cuantos cabos que andan sueltos.
Y estoy lista para averiguar lo que pueda sobre Thomas Nicolas y saber qué es lo que él sabe. Qué es lo que quiere. Y sobre todo, quién demonios es...
Amanda está hablando pero hay un diferencia entre oír y escuchar; y yo definitivamente no la estoy escuchando, más bien, estoy a un lado observando como ella borra algunos rayones de marcadores sobre los casilleros y ventanas.
Se supone que debo de ayudarla pero es que estoy demasiado distraída como para concentrarme en eso. Aún no puedo creer que seré la esposa de ojos oscuros, y que él será mi esposo... Todo sucedió muy rápido pero en serio, en serio la idea me llena de felicidad. Porque estaremos juntos por siempre... Porque debió de ser así desde el principio.
—Oye, ¿por qué sonríes? —Pregunta Amanda y es la primera vez —en todo el día— en la que realmente escucho sus palabras.
—Nada —contesto—. Tengo que hacer algo. Cúbreme.
—¿Que te cubra? Creí que no eras mi amiga.
—No lo soy —digo mientras me alejo.
Tengo muy claro lo que voy hacer y es lo que intenté hacer el otro día: buscar archivos en el escritorio del director Santos, sólo que ésta vez seré más ágil, más rápida, más inteligente.
Se supone que algunos de sus parientes —de Thomas Nicolas— estudian aquí... Que por eso venía a las reuniones, que por eso tuve la desdicha de conocerlo. Así que entro a la oficina y como es de esperarse Santos no está ahí; una gran sonrisa se forma en mi rostro.
Pero, busco y busco, paso y paso carpetas pero nada; nada con el nombre Thomas o el apellido Nicolas. Tampoco hay nadie llamado Susane o Enrique, tal vez esas personas ni siquiera existen y exhalo con frustración. Me dejé engañar muy absurdamente.
Hago lo que debo hacer y organizo todo justo como estaba y en ese instante en el que voy a girar la perilla de la puerta para salir, ésta se abre.
—Director hay... Oh lo siento —y me fijo bien en la chica rubia que sonríe con amabilidad; es la misma torpe que chocó conmigo el otro día. Trato de esquivarla pero ella se vuelve a poner en mi camino—, creí que podría hablar con el director Santos —dice, luego de haberse disculpado.
—No está pero puedes entrar y esperarlo —contesto y una vez más, intento largarme, pero ella se pone delante de mi haciendo que empiece a aborrecerla.
—Es que... Es urgente y no sé si podrías ayudarme
—bufo mentalmente, ¿por qué querría yo ayudarla en algo? Ni siquiera la conozco —. Mi amiga Martha se siente mal... Está encerrada en el baño y dice que tiene pastillas y yo sólo quiero que alguien me ayude a abrir esa puerta.—Yo no...
—No quiero que ésto cause un escándalo —interrumpe
—, por favor. Sólo será un momento.Miro el pasillo, primero el lado derecho y luego el lado izquierdo, para cersiorarme de que nadie venga cerca y salgo cerrando la puerta detrás de mi.
Pienso en decir que no, que llame a los bomberos o algo, que yo no soy psicóloga, pero me veo obligada a mover los pies cuando ella me lleva casi arrastrándome consigo.
Hay alguien que amenaza con suicidarse, ¿qué logrará con ello? Nada. El mundo seguirá igual.
Llegamos al baño; la rubia se para ahí pero no entra así que yo sólo, entro primero y luego la escucho a ella detrás de mi.
—¿Martha? —Dice ella. Su tono de voz es bajo e inquisitivo... Y entonces me doy cuenta de que me están jugando una sucia broma porque todos los cubículos están abiertos y no hay más nadie a parte de nosotras dos.
Siento la sangre hervir a través de mis venas porque odio a la gente payasa y me giro con miles de palabras sucias para decirle por su comportamiento de niñata y estúpida.
Pero, es en ese entonces, cuando siento un ligero dolor en mi cuello, que tengo que tragarme esas palabras que están en la punta de mi lengua... Abro los ojos enormemente para encontrarme con una sonrisa burlona que tiene la rubia y una inyección de fina aguja que sujeta en sus manos.
—¿Qué me hiciste? —Pregunto. Oh, mi corazón comienza a acelerarse y retrocedo hacia atrás para alejarme de la amenazante muchacha pero, no sé cómo, mis pies se enrendan en el proceso, mi cuerpo, ya no siento mi cuerpo; tampoco siento el impacto de cuando caigo sentada sobre éste piso.
—Te inyecté, ¿no es obvio? —Contesta. Su voz es una mezcla entre distorsión y normalidad—. Zorra —mis cejas se fruncen, no sé qué quiere, no sé quién es—, ¿no sabes quién soy? —Trato de hablar pero no siento mis labios y duele, me duele la cabeza, me duele mucho—. Soy Susane Nicolas y tú maldita perra, destruíste a mi familia —entonces lo entiendo; ella es Susane y se quita el cabello rubio que era una peluca. También se quita el falso uniforme de colegiala quedando en un conjunto negro.
¿Por qué me ataca? ¿Porque salí un par de veces con su padre?
Ya no puedo ver bien, pero me río. Me río porque todo en lo que puedo pensar es que ella vio muchas películas de espías o algo así para poder hacerme ésto y su cara se enrojece.
Ahora sólo pienso en ojos oscuros. Que moriré sin poder verlo por una última vez.
¿Drama? ¿A dónde? Gracias por leer :)
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Lo que mejor sabemos hacer
RomansaUn amor en donde ambos se hieren sin saberlo. Anne Marie es un tanto manipuladora y solitaria exceptuando que, tiene bajo su dominio a un hombre que está dispuesto a darlo todo por ella, por su amor incondicional. Los problemas de ira que tiene ojo...