Capítulo cuatro

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Un día me iban a descubrir y yo necesitaba saber su nombre para que cuando lo alejaran de mi, poder salir a buscarlo.

Su rostro siempre estaba tenso y sus ojos brillaban casi al punto de derramar lágrimas; pero desde aquel día en que otros niños lo habían golpeado, él no volvió a llorar.

Yo quería y deseaba ser más grande para ayudarlo mejor pero la realidad es que éramos unos simples niños jugando a las escondidas.

Lo que mejor sabemos hacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora