Capítulo Seis

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Minho se acomodó en el suelo del laberinto y yo me levanté algo desconcertado a ver a Alby. Tenía la cabeza herida y respiraba igual que Ben, solo que estaba inconciente.

- ¿Qué pasó?

-Piensa un poco, lo picaron. -Ni siquiera miraba al jefe.

- ¿Y en la cabeza?

-Hice lo que tenía que hacer. -Un Penitente se escuchó a lo lejos. -Hay que correr, irnos de aquí.

-Oye. -Lo llamé.

-Por lo menos quiero durar hasta que llegue la noche

-Oye. ¡Minho! -Me miró. -No podemos dejarlo aquí.

Primero intentamos movilizarnos con Alby en nuestros brazos.

-Esto no se puede. -El corredor se rindió, dejando caer el jefe.

-No te detengas, hay que ponerlo en algún lugar. -Pero en un dos por tres, me tenía acorralado contra la pared.

-Escucha nuevito, creo que no entiendes. ¡No hay hacia donde ir! -Me gritó. Luego se alejó. -No comprendes nada, ya estamos muertos. Este es nuestro fin.

-No me rendiré tan fácil. Debe hacer algún lugar para llevar a Alby.

La noche cayó y estábamos escondiéndolo en una de las plantas que había dentro del laberinto, con una polea inventada en el segundo, lo tirábamos hacia arriba.

-Vamos, un poco más. -Ordené. -Uno, dos, tres. -Jalábamos la cuerda al mismo tiempo y avanzábamos muy poco, pero lo estábamos logrando.

Un rugido metálico se escuchó a lo lejos, Penitente

-Hay que irnos. -Minho exclamó, pero lo detuve.

-No, no, no, cálmate. Un poco más. -Escuché los pasos del monstruo acercarse.

-Lo siento, Thomas. -El corredor simplemente soltó la cuerda y salió huyendo.

Con un par de maniobras, logré estabilizar a Alby, y gracias a la diferencia de peso quedé estático y metido en medio de las plantas. No iba a soltar al jefe por nada del mundo y corté mi respiración al ver como el Penitente pasaba por frente mío.

Patas metálicas, parecidas a una araña o un cangrejo.

Hacía el sonido de un león o algún felino depredador.

Era aterrador.

Cuando dejé de escucharlo, amarré la cuerda a un palo firme que encontré dentro de las plantas y salí de mi escondite. ¿Y ahora?

Sobrevive la noche, Thomas.

Comencé a caminar, guiándome por los sonidos, teniendo siempre ojos en la espalda y buscando al cobarde de Minho. Okay, memorizar caminos.

Izquierda, izquierda, derecha y recto. Cuidando no pisar nada ni... nadie. Di unos pasos de espalda y mi zapato hizo contacto con un líquido viscoso en el suelo, ¿Pero qué?

¿Han sentido esa sensación cuando les dicen "No Mires Arriba"?

Bueno, la estaba sintiendo en este momento. Levanté lentamente la cabeza para encontrarme de frente con el Penitente, el cual me gritó en la cara. ¿Pero que mierda es eso?

No tenía ojos y cuando abría la boca se podía ver toda la fila de dientes que poseía, era enorme y con cuerpo de araña, de su columna salía una cola gigante, parecida a la de un escorpión y al final de sus patas, había garras y puntas afiladas.

Solo pude pensar en una cosa.

Corre.

Me puse de pie y simplemente escapé. Sentía su andar detrás de mí, cada vez más cerca. El miedo me hacía cambiar de dirección muy rápido, si tan solo conociera el laberinto igual que él. Derecha, recto, izquierda, derecha... ¡Minho!

-Estas totalmente demente. -Me agarró del cuello de la camiseta. El Penitente venía aun detrás de mí.

Pero ahora tenía a un guía que si comprendía lo que pasaba.

-El laberinto está cambiando, debemos entrar a la zona que se está cerrando y estaremos bien hasta mañana. -A diferencia mía que no entendía nada, solo lo seguía. - ¡Por aquí, por aquí!

Y efectivamente, al final del pasillo se estaba cerrando una puerta, igual que la nuestra. Pero no, no iba a escapar del Penitente. Tenía un plan.

El monstruo me encaró.

- ¡Thomas! -Minho ya había llegado a la zona segura. - ¿Qué esperas? ¡Corre!

Quería que me persiguiera.

- ¡VAMOS! -Le grité al Penitente, el cual hizo lo que quería.

Corrí a máxima velocidad.

Pensé en Minho, el cual me alentaba para que no me detuviera y no mirara hacia atrás.

Las puertas se cerraban.

Pensé en Alby, esperaba que siguiera ahí, justo donde lo dejamos.

- ¡Muévete, Thomas!

El monstruo me estaba alcanzando.

Pensé en Chuck, el chico me dijo que no entrara al laberinto.

Las paredes me estaban aplastando.

- ¡THOMAS CORRE! -Escuché a la distancia, Minho estaba desesperado. No lo iba a lograr.

Pensé en Newt.

Joder, pensé en Newt. Pensé en sus cálidas manos y en su descarada sonrisa. Pensé en su rubia cabellera y en sus caricias. Pensé en lo odioso que podía llegar a ser y en un segundo transformarse en la persona más dulce, y luego de esa dulzura pasar a la sensualidad extrema mordiendo su labio y trabajando en cosas pesadas.

Si, definitivamente pensé en Newt.

- ¡THOMAS!

Y luego el sonido de las puertas cerrándose invadió el lugar, formando el silencio.


Es Hora de Comenzar la Fase Dos [A Newtmas Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora