-Capítulo 9.

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Capítulo 9.



Para mi buena suerte y por increíble que parezca, los padres de Zayn tenían un compromiso el fin de semana. Gracias a eso no tenía por qué inventar excusas, me sentía tan aliviada, siempre había sido un asco con excusas y mentiras.

Ahora solo debía avisarles a mis padres que me iba por el fin de semana y pedirle el viernes libre a Gerard.

Di dos ligeros toques en la puerta. —Adelante.

—Papá. —Cerré la puerta a mi espalda y camine decidida hasta el escritorio de mi padre.

— ¿Qué pasa? —Revisaba unos papeles.

—Ya que los padres de Zayn están ocupados para la cena, me preguntaba si yo podía ir a Holmes Chapel.

Sonrió de manera torcida mirándome burlonamente. — ¿Ya extrañas a Harry?

Asentí. —Eso y que tenemos algo muy importante de que hablar.

— ¿Sobre qué? —Entrelazo sus manos recargando los codos sobre la madera.

—Papá, no te lo puedo decir. No ahora.

Asintió tomando de nuevo los papeles. —Pues bueno, sabes que por mí no hay ningún problema. —Gire sobre mis talones para ir con la jefa de la casa. —Oye, —mire sobre mi hombro. — ¿Has visto tus cuentas?

Fruncí el ceño regresando al lugar donde antes estaba de pie. —No, ¿Por qué?

—Creo que ya tienes suficiente para que te den un préstamo en el banco.

Mi papá era contador, el llevaba todo lo que tenía ahorrado. — ¿Hablas enserio?

—No jugaría contigo con algo así. —Sonrió abiertamente.

—Eso es increíble. —Me deje caer en la silla frente a él. —Significa que ya puedo poner mi propio salón.


(...)


—Gerard, por favor solo te pido un día. —Seguía a mi amigo por los tocadores del lugar.

—Sé que solo me pides un día, pero es viernes. —Se detuvo girando para mirarme a los ojos. —Los viernes hay demasiados clientes.

—Aún no he tomado mis vacaciones, ¿No puedes descontarlo de ahí? —Hice un puchero.

—No lo sé. —Suspiro. —Quizá pueda hacerlo... —Tomo una gama de tintes. —Con una condición.

Cruce mis brazos mirando su rostro, el solo miraba los diferentes colores. —No, ni lo pienses. —Entendí a lo que se refería.

— ¡Vamos! —Dejo la gama para tomar mis hombros. —Nada drástico, lo prometo. —Negué repetidas veces. —Sabes cómo trabajo.

— ¿Qué color? —No podía creer que estuviera haciendo por Harry.

—Color y corte. —Su sonrisa lobuna me asusto.

— ¡No!

Pase la hora y media de mi almuerzo con Gerard. Me prometió que no sería nada drástico, pero tenía el presentimiento de que era mentira.

—Vas a quedar muy bien, ya quita era cara. —Me dijo cuándo me lavaba el cabello para quitar el tinte.

Nunca me había teñido el cabello por la simple razón de que me gustaba mi color natural, mi cabello era largo hasta la cintura. Y él quería cambiar todo eso. Harry me debería una muy grande.

Para el corte mi amigo no dejo que viera lo que me hacía, pero por el rozar de sus manos lo sospechaba. Era corto, demasiado. Me seco el cabello, lo rizo un poco con una tenaza ancha.

— ¿Lista? —Preguntó emocionado.

—Lo que sea que me hayas echo, pagaras por ello.

—Te ves hermosa, eres tan antipática. —Rodó los ojos. —Mira. —Giro mi silla.

Mi boca se abrió. El cabello que antes tocaba mi cintura ahora estaba a la altura de mis hombros, el castaño oscuro ahora era un color chocolate con mechones en color miel. —Dijiste que no sería nada radical.

—Si bueno, yo digo muchas cosas. —Se encogió de hombros. —¿Te gusta?

—Pues... —No se veía del todo mal. —Sí, me gusta.

Soltó un suspiro aliviado. —Qué bueno, porque no iba a poder pegar todo este cabello de nuevo. —En el piso había un montón de cabello.

—Gracias. —Salte de mi asiento para abrazarlo.

—Algo que debes de esta profesión, no puedes estar siempre igual. Vendes imagen. —Me quite la bata para dejarla de nuevo en el armario.

—Eso lo sé. —Entramos a la cocina. —Quiero pedirte algo.

—Después de lo que me dejaste hacerte, lo que sea. —Abrió una botella de agua dando un trago largo.

—Ven conmigo. —Mordí mi labio inferior. Gerard era el encargado del salón, los dueños venían muy contadas veces.

— ¿A dónde? —Fruncí el ceño confundido. Mire a todos lados antes de seguir hablando.

—Me voy a fin del mes y abriré mi propio salón. —Abrió mucho los ojos.

— ¡Felicidades! —Me abrazo.

— ¿Vendrás conmigo? —Pregunte cuando me soltó.

Gerard y yo estuvimos hablando durante el transcurso del día sobre los pros y los contras. Era oficial que yo me iría de Percy & Reed, pero lo quería conmigo, era excelente en su trabajo.


(...)


El resto de la semana, como de costumbre, no había visto a Zayn. Ni una llamada, ni un mensaje. Entendía que estaba ocupado con la universidad y el trabajo, pero ¿de verdad le quitaba tanto tiempo mandarme un mensaje?

Si creía que me tenía segura por pedirme matrimonio estaba equivocado.

Iría el fin de semana con Harry para descubrir que sentía por él.


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