I.

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Louis caminaba por la desolada avenida Jefferson Valley, mientras sentía el intenso frío de la noche calarle los huesos. El pequeño Omega intentaba de todo para guardar su calor corporal, pero su desgastado sweater y sus rotos guantes no ayudaban mucho a la causa.

Rendido por el frío decidió sentarse en el porche de una casa en la cual, al parecer, todos estaban ya dormidos. Admiró con atención la calle recubierta por una delgada capa de nieve, al igual que los árboles con inexistentes hojas en aquella estación del año; la nieve se acumulaba también en los techos de las elegantes casas que enmarcaban la acera. La temperatura disminuyó un poco más y Louis comenzó a frotar sus manos desesperadamente y a exhalar sobre las mismas, aún sabiendo que eso no haría batalla alguna contra la fría noche de Londres.

De pronto observó un automóvil acercarse al final de la calle. Louis no le hubiera prestado atención absoluta si no se hubiera detenido justo frente a él; si la puerta del piloto no se hubiera abierto y de ella hubiera salido un hombre que claramente emanaba un asfixiante olor a Alfa.
Era extremadamente alto, el poco cabello que tenía su cabeza era de un color muy oscuro al igual que sus ojos, y emanaba un fuerte olor a agresividad.

El Omega sabía que algo andaba mal, lo sentía. Todos sus sentidos estaban alertas a cualquier movimiento que realizara el imponente Alfa que se encontraba delante de el.

-¿Se te ofrece algo?- Dijo Louis con un tono más seguro del que esperaba.

El Alfa no respondió.

Una ola de aterradas feromonas fue disparada de su cuerpo cuando el hombre se comenzó a acercar hacia él con un sucio pañuelo en la mano; el ojiazul emitió un gemido -del cual fue consciente hasta que ya había escapado de sus labios- que suplicaba a un Alfa su protección, un Alfa que nunca llegó.

Después todo ocurrió muy rápido; Louis estaba tomando aire para gritar, cuando el hombre aquel lo sujetó con fuerza mientras colocaba el pañuelo en su nariz y boca.
El Omega poco a poco dejó de forcejear cuando sintió como sus extremidades dejaban de responderle, y luego todo se volvió oscuridad.

(...)

Cuando recobró la conciencia, se sentía adormilado, como si estuviera drogado.

Y lo estaba.

Lo primero que intentó hacer fue abrir los ojos, pero rechazó de inmediato la idea al sentir una fuerte punzada en su cabeza.
Comenzó a sentirse aterrado en cuanto intentó moverse y no pudo, estaba esposado a una cama.
Lentamente fue abriendo los ojos, tratando de ignorar el pulsante dolor que lo limitaba.
Jadeó cuando se dio cuenta de que estaba en una gran habitación decorada con un estilo bastante antiguo.
El suelo estaba cubierto por una impecable alfombra roja, y las paredes por un tapiz que tenía apariencia de llevar ahí ya un buen tiempo.
La puerta se veía de madera fina y refinada, bastante grande para una habitación común, y la cama en donde estaba postrado era más grande de lo necesario, mucho mas grande.

Se encontraba totalmente aterrado y desubicado, aunque, de pronto las dudas lo invadieron.
¿En donde estaba? ¿Quien lo había llevado a ese lugar? ¿Que querían de él? ¿Por qué el?

Louis sabía perfectamente lo que le ocurría normalmente a chicos Omegas como el, y realmente no quería vivirlo.

Su cuerpo soltó una ola de feromonas aterradas sin que el pudiera hacer algo para evitarlo.
Las manos le sudaban y su corazón se aceleró, comenzando a tirar con fuerza de las esposas que lo mantenían sujeto al respaldo de la cama.

-Mierda- Masculló con dolor cuando sintió una herida abierta en sus muñecas, la cual comenzó a arder casi inmediatamente; una burbuja de desesperación subió por su garganta y su intento por reprimir aquel gemido fue en vano cuando sintió un fuerte y embriagante, aunque no desagradable, olor a Alfa del otro lado de la puerta.
Su garganta emitió otro inconsciente gemido nervioso, y supo que no había manera de que el Alfa afuera no lo hubiera escuchado.

•••

All the love, F :) xx

Wolves™ {Alfa & Omega}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora