No podía creerme lo que veían mis ojos.
Después de un año le volvía a tener enfrente.
Y no especialmente como a mi me gustaría.
Miles de pensamientos se me venían a la mente justo dos minutos antes de que me cogiera del brazo bruscamente haciendo que rápidamente me levantara de aquel incómodo y oscuro maletero.
Porque me habría secuestrado?
Que querría de mi?
Y lo peor de todo.
Que le haría Jesús cuando viniera a por mi?
Todas esas preguntas se pasaban por mi cabeza una y otra y otra vez.
Entramos en una vieja casa.
Miraba de un lado a otro sin saber dónde me llevaría.
Porque claro, no me estaba llevando precisamente al sofá.
Bajamos unas escaleras de madera las cuales llevaban a una vieja, oscura y pequeña huardilla.
Me sentó en una incomoda silla, también de madera.
Me ató las manos a la espalda por detras del respaldo de la silla.
Los pies también me los ató y me puso un trozo de cinta en la boca.
No podía moverme ni gritar.
Me sentia agobiada, con mucho miedo.
Raul: Ahora vas a pagar por haberme dejado
Yo sólo podía llorar.
Raúl es un chico dos años mayor que yo.
Le conocí cuando tenía 14 años y el tenía 16.
Es de cabello oscuro y piel morena.
Ojos color azul cielo y un poco más alto que yo, más o menos igual que Jesús.
La verdad, era bastante guapo.
Pero yo no le dejé.
Sólo que tras la muerte de mi padre tuve que venirme aquí a vivir y le dije que no me gustaban las relaciones a distancia.
Si a el le dolió que me fuera imagínate a mi que me fui a causa de la muerte de mi padre.
Le mire con los ojos llenos de lágrimas.
Mis ojos expresaban todo lo que queria decirle
Que me soltara.
Que por favor me soltara.
Raúl: Me dan igual tus ojos marrones pidiendo a gritos que te suelte, no pienso hacerlo -dijo entre risas-
Con todas mis fuerzas levante las piernas con mis pies atados y le di una patada en la rodilla haciendo que se le doblará la rodilla y se callera al suelo.
El se levantó sin quitarme el ojo de encima y me quitó la cinta de la boca.
Raúl: Te crees que vas s poder conmigo?
Alba: Jesus!! -grite desconsoladamente a pesar de saber que el no estaba allí-
Raúl: -fruncio el ceño y su rostro mostraba enfado- Jesús? Quien es Jesús?
Alba: Mi novio -dije segura-
Raúl: -se enfado más- Si no eres mía no serás de nadie entiendes? -gritó dandome un fuerte y brusco bofetón en la mejilla-
El se me quedo mirando la mejilla la cual hace apenas unos segundos había golpeado.
La mejilla cada vez más rojiza.
Yo lloraba.
Lloraba de dolor.
Y de miedo.
Sobre todo de miedo.