Capítulo 1.

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"Y me di cuenta de que vivíamos en un mundo de degenerados,
un mundo donde las palabras
dejaron de cobrar sentido
Solo para convertirse en mentiras.
Y por ese motivo,
decidí marcharme a un lugar remoto,
decidí abandonarte
a pesar de que no era lo correcto,
decidí dejarte atrás, a ti,
a lo más importante
que había tenido en la vida,
solo para huir de los monótonos días
e insonoras palabras."

-Hey, chica, ¿estás bien? - una profunda voz me hace abrir los ojos. La claridad de la habitación llega a resplandecer tanto sobre las blancas paredes que se hace cegadora. Mis ojos distorsionan el rostro del pelicastaño y luego viajan por la habitación dispuestos a inspeccionarla. Un chico descansa sobre una silla, con el cuello en una mala postura, pero la verdad, no me importa. Retuerzo mis entumecidas piernas bajo la fina sábana, blanca al igual que todo. Noto mi desnudez bajo esta y hago una mueca mientras vuelvo a mirar al chico. Esta vez, su rostro, claro, muestra preocupación. Lucho por moverme cuando sus brazos me aprisionan contra el colchón, asfixiándome en un ataque de ansiedad. El pelicastaño que reposaba se despierta sobresaltado, poniéndose en pie y siguiendo las indicaciones del que parece, extrañamente, ser menor que él, que le manda a buscar al médico a cargo. Mi pecho se mueve agitadamente, en busca del aire insuficiente, cosa que él parece apreciar puesto que se aleja de mí. Algo me sorprende, asustándome por parte, al ver como bloquea la puerta con una silla antes de acercarse a mí de nuevo. Ahora sí, me remuevo, no incómoda, sino asustada. Me incorporo mientras el joven clava su cuerpo en el colchón de mi camilla -. Tranquila, no voy a hacerte nada - susurra. Percibo un tono bastante tranquilizador en su voz, uno dulce -. Respira - me indica en otro susurro -, no tengas miedo - se acerca a mí, arrastrando su cuerpo por el colchón hasta poder apoyar una mano en mi marcada rodilla bajo las sábanas. La puerta empieza a agitarse bajo prominentes golpes. El chico grita, pidiendo silencio e intimidad por un momento. Los ruidos cesan y se escuchan la voz del chico que se encontraba en la habitación anteriormente.

-No deberías estar a solas con ella - dice en un tono que no consigo descifrar. En ese momento, mi corazón se rompe por pensar en la bondad que creía ver en un chico en el que al parecer no puedo confiar.

-Déjanos Seok Jin, no pasará nada - bufa el chico frente a mis ojos. Gira su rostro hacia mí y alza su mano. Cierro los ojos, en un acto de pasividad, y entonces, noto su mano acariciar mi mejilla -. Deberías vestirte - noto mis mejillas entumecer. Tengo claro que lo único que llevo a parte de la ropa interior es la camisa que ni si quiera parece ser mía. El chico curva la espalda hacia delante y mete las manos bajo la cama para sacar una bolsa -. El chico de ahí fuera compró ropa para ti - dice mientras me guiña un ojo -, deberías agradecerle luego -. Tomo la bolsa y me dedico a asentir como respuesta. Le doy la espalda, dispuesta a vestirme, cuando mi voz parece dignarse a salir.

-¿Podrías... podrías girarte? - ni si quiera reconozco mi voz al principio. Una voz quebrantada a la que le cuesta pronunciar cualquier indicio de palabra. Escucho un suspiro por parte del chico, y caigo en la cuenta de que probablemente, él sea el que me haya vestido con esta larga camisa. El colchón cruje bajo él, indicándome movimiento. Me deshago de la camisa, deslizándola por mi menudo cuerpo. Ni si quiera me hace falta mirarme a un espejo para saber lo horriblemente mal que me veo. Tras terminar de vestirme, giro sobre mis talones para encontrarme con el chico de espaldas a mí -. Yo... yo no puedo pagar...

-No hace falta que te preocupes por eso, ya está pagado - se levanta y me mira, dejando escapar una leve risa. Acaricio mi brazo derecho ante su gesto -. Igualmente te viene grande la ropa - indica mientras me mira de arriba abajo. Suspiro y desvío la mirada. No hace falta que nadie me diga lo extremadamente delgada que me veo. Parece notar mi gesto cuando se aproxima a mí -. No lo decía a mal, solo me preocupaba por ti - la distancia se acorta cada vez más, hasta que mi fino cuerpo topa con el grueso, siendo rodeado por los fuertes brazos del chico, que me rodean con cuidado, como si fuese una piedra hermosa que corriese el peligro de romperse.

-¿Por qué te preocupas por alguien a quién no conoces? - me atrevo a preguntar. Su aroma penetra mis fosas nasales, y puedo decir que al igual que él, es un aroma dulce, pero con un toque algo varonil. Mi pregunta hace que se separe de mí y sus gruesos labios se curven en una leve sonrisa.

-Porque sé qué se siente el no tener a nadie... - dice en un susurro, uno triste, a diferencia de los anteriores -. Te invitaré a comer ¿vale? - la imagen de la comida aparece en mi mente, provocándome náuseas. Su mano se desliza por mi cabello, y noto como sus gruesos dedos se cuelan entre mis morenos mechones -. Déjame ayudarte - es lo último que dice, mi último recuerdo sobre la primera vez que lo ví. Las últimas palabras de mi primera bendición.

[Primer capítulo acabado~ dejenme sus opiniones por favor >.<]

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