Capítulo 6.

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Y creí encontrar el amor, lo creí, o lo quise. Jamás fui buena identificando sentimientos, pero siempre fui transparente con respecto a lo que quiero, y por aquel entonces no necesitaba a nadie más que a esa borrosa persona que mi mente se niega a enfocar, fuimos inseparables, o eso pensé.


-Estoy bien - bajo la mirada. Puedo afirmar que HE ESTADO bien, pero en este momento no lo estoy. No estoy para nada bien.

-Me enteré de que estuviste en el hospital... - susurra. Una amarga risa escapa de entre mis labios.

-Los rumores vuelan a pesar de perder el contacto - contesto amargamente.

-Ya... Escuché que estuviste peor - y esto es el colmo.

-Sí, es normal que lo hayas escuchado, porque recuerdo que te lo dije yo, pero... espera que recuerde... ah no, no me tuviste en cuenta - mi cuerpo tiembla, por tristeza, rencor, impotencia, no lo sé.

-No supe cómo reaccionar cuando te declaraste...

-¿Y la mejor manera era contando mis secretos? - el silencio se apodera del ambiente, parece que realmente no sabe que añadir a algo que es cierto.

-Ya no te veo por la zona, ¿te has mudado?

-Sí, se ha mudado - añade una conocida voz. Al girarme veo a Jimin, ¿cuánto lleva aquí? -. Vamos a casa ¿sí? - ni si quiera contesto, mi cuerpo está paralizado, de nuevo. Jimin se percata de la situación, y puedo adivinar, por su mueca y la fuerza de sus puños, que sabe que el chico a mis espaldas ha sido alguien importante.

-Veo que tú también has conseguido ser feliz - siento cierto retintín en su voz, y eso me hace sentir verbalmente agredida. Mi mente se inunda de todas esas frases que dijo acerca de que si él sonreía, todos sus problemas desaparecerían, sin llegar a importarle en ningún momento la situación de los que le rodean, y por parte, no se lo recrimino, yo debí ser igual.

-A pesar de no ser como tú, encontré la felicidad en alguien más.

-Pues recuerdo que al principio estabas muy contenta - guardo silencio. No encuentro victoria o derrota a esta discusión, cada uno tiene su propia manera de pensar, y parece que ninguno la va a cambiar. Quiero volver a casa.

-Vamos a casa - repite Jimin, esta vez autoritario, no pregunta, ordena. Por un momento siento la impotencia de recibir una orden. No respondo, ni me muevo - Liss... - su voz es mansa, como la primera vez que la escuché. Lentamente se acerca a mí y se encorva levemente para nivelar nuestros rostros. Sus ojos. Me mira fijamente, como si pidiese permiso para entrar en mi mente y sacarme de ahí. Suspiro, cansada, y para cuando me quiero dar cuenta, sus labios se encajan cual puzzle con los míos -. Te quiero - murmura contra mis labios -, vuelve a mí.

Y vuelvo. Tomo una de sus grandes y cálidas manos, a diferencia de las mías, y la acaricio con el pulgar. Estoy bien ¿verdad?. Giro mi rostro un momento, hacia el chico por el que había llorado tantas veces, le sonrío, agradecida internamente por haberme apoyado en la mayoría de las cosas cuando fue mi amigo, a pesar de que el final no fue lo más apropiado, y mucho menos lo más alegre. Por un momento recuerdo la de veces que lloré, recordando la amistad que ya no tenía. Me despido en un susurro y me giro de nuevo. La mano de Jimin arropa la mía, guiándome en el camino de vuelta a casa, y solo cuando hemos cruzado la puerta de esta, se atreve a romper el silencio.

-¿Estás bien? - estoy de espaldas a él, por lo que no puedo ni hacerme la más mínima idea de con qué rostro formula la pregunta.

-He estado mejor - admito, muy a mi pesar. Sus brazos me rodean por la cintura, oprimiendo mi cuerpo contra el suyo, amoldando su torso a mi espalda.

-No retrocedas... - susurra contra mi cabello -, no te sumerjas en el pasado... - no sé si es por qué lo conozco o por qué el motivo a exponer es muy obvio, pero lo entiendo, entiendo lo que me pide. No sé qué contestar, ya no soy la misma, no quiero desaparecer, porque ahora no estoy sola, porque ahora tengo más fuerza de voluntad que antes -. Si te haces daño... también me lo harás a mí - ese chantaje emocional que antes no habría servido de nada ahora me atrapa junto al chico que tengo tras de mí.

-Chantajista... - murmuro con una sonrisa. ¿De verdad le importo tanto cómo dice?

-Lo sé - su tono no suena nada animado, ¿acaso no se da cuenta de que estoy sonriendo, de que estoy bien? -. Te necesito - mi perdición. Me doy la vuelta y le enfrento, sus ojos se hunden en los míos, y puedo perderme en ellos. Alzo mis manos y tomo sus mejillas.

-No soy la misma de antes - afirmo sosteniéndole la mirada -, tú me cambiaste, ¿lo sabes verdad? - no contesta, pero la frase parece ser como un incentivo para él, lo veo reflejado en sus negras pupilas -. Muéstrame que de verdad me necesitas - suplico egoistamente, queriendo que me haga notar que me necesita, que realmente me valora de manera egoísta. Quiero saber que siente las mismas ansias que yo por el esperado encuentro de nuestros labios.

Y ahí me encuentro, fundiéndome plácidamente en un cálido abrazo, hundiendo las yemas de mis dedos en su cabello, derritiendo mis labios con los suyos. A sabiendas de que no todo puede resultar tan bonito como parece, a experiencia de que todo puede irse al garete. Y sin embargo, como una tonta, quiero olvidar las preocupaciones, y lo hago. Me sumerjo en el momento para dejar al destino lo que tenga que venir después. Ahora soy más fuerte... ¿no?

Run AwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora