Capítulo 3.

22 4 0
                                    

Y ahí me encontraba de nuevo, perdida entre lágrimas que habían surgido de la nada. Dejando llevar mi estado de ánimo por un simple tema que era convertido en discusión como tantas otras veces había ocurrido. Los momentos de felicidad que eran constantes habían pasado a ser algo temporal, algo que no me llenaba lo suficiente como para frenar lo que estaba llevando a cabo.


Reanudé la trayectoria de mis temblorosas manos hacia el grifo de la bañera para abrirlo, esta vez sin detenerme para limpiarme los rastros de lágrimas como había hecho anteriormente. Tomé mi camiseta para quitármela, sabiendo de antemano lo que iba a ver, pero sin acostumbrarme a la presencia de ello. En cuestión de segundos convertidos en horas me hallaba de nuevo, como muchas otras veces, en ropa íntima. Bajé la mirada para recorrer mi propio cuerpo, teniendo presenta la inconformidad que tenía con el. El primer tramo donde mis ojos se detienen, los muslos, heridas que probablemente tardarían en cicatrizar y que finalmente, quedarían como marcas. Mi mirada viajaba de nuevo sobre mi cuerpo, mis piernas llenas de alguna que otra herida causada por pellizcos, viejas cicatrices, y no tan antiguas. Podía decir que estaba delgada, demasiado. Los huesos de mis caderas se marcaban más de lo normal, y aún así, estaba desconforme. Mis faltas de apetito no se debían a que me sintiese gorda ni mucho menos, simplemente, no tenía apetito y me fatigaba con facilidad, pero el hecho de ver mi cuerpo, a pesar de no ser anoréxica, por el hecho de que era consciente de que estaba muy delgada, me causaba malestar. No estaba conforme, con nada. Odiaba mis piernas, mi estómago, mi cabello. Y mientras el agua de la bañera se enfriaba para acoger mi cuerpo en un suave manto helado, recordaba las palabras que me dijo una vez una vecina, cuando aún no era más que una cría: "si te quieres a ti misma, los demás te querrán". Pero, para ser sinceros, ¿quién iba querer a una adolescente con cicatrices?, a alguien que no se cuidaba, a alguien que no se quería.

Mis ganas de desaparecer habían vuelto tras medio mes desaparecidas. ¿Era eso bueno?, ¿era malo?.

Y sin embargo, todo ha cambiado, en una semana, ha cambiado.

-Woo, eres más linda de lo que imaginaba - menciona el chico al que acabo de conocer.

-Taehyung... la vas a asustar - defiende el nombrado como Hoseok.

-Noona, ¿cómo te llamas? - pregunta el más pequeño del grupo.

-Li...

-Liss para nosotros - me interrumpe Jimin.

El ambiente está realmente animado. No es que me moleste, pero es cierto que se me hace bastante raro. Inadaptada a este tipo de situaciones, busco confianza en la mirada de Jimin, que se dedica a sonreírme desde el otro extremo del salón, bajo la mirada, inclinando a su vez la cabeza hacia abajo de manera en que mi cabello recae sobre mi rostro, ocultando una leve sonrisa que intento bloquear.

-Chicos... relajaros... - Jin aparece junto con una bandeja de galletas caseras, las cuales parecen ser el segundo punto de atención después de sus pantuflas de Mario - ¡¿qué?! - intenta decir molesto a pesar de que empieza a reírse. Los chicos le acompañan en las risas y no puedo evitar unirme.

Jimin me observa. Toda esta semana, desde que nos conocimos, me observa, simplemente me observa. Me muestra sus blanquecinos dientes en una sonrisa y noto mis mejillas arder.

-Espero que no te hayas sentido muy intimidada por los chicos - habla Jin una vez que la casa se sumerge en el silencio. Niego con la cabeza, y por una vez en mucho tiempo, no es mentira. La presencia de los chicos hacía la casa más aniñada, cariñosa, divertida. Sentirme así, alegre, y poder reír a carcajadas, era lo que necesitaba. Oigo como Jin hace un sonido que me hace saber que está sonriendo -. Me alegro...

-Hyung... pidamos una pizza ¿sí? - Jimin irrumpe el momento.

-Liss... - se dispone a decir algo, algo de mí, algo respecto a la comida, lo que no es de extrañar. En toda la semana que llevo aquí, puedo decir que realmente se preocupa, no sé si por las comidas en general, o por mi peso, pero poco a poco va aumentando la cantidad de comida. Creo que piensa que no me doy cuenta, pero he visto como en un par de ocasiones me ha echado otra porción de comida mientras estaba embobada con la televisión.

-Liss comerá bien, ya no se queja - interrumpe Jimin mientras hace un puchero algo convincente. Jin gira la mirada hacia mí, inseguro, y sin embargo, estoy bien, me encuentro de humor.

-Comeré todo lo que me pongáis - afirmo con una sonrisa. Jimin sonríe feliz, no sé si por la pizza que parece que lleva tiempo deseando comer o porque por primera vez sale de mi propia voluntad comer, pero sonríe, y de alguna manera, eso es lo que me vale -, pero sed racionales - susurro y ambos ríen.

-Está bien, pero no os acostumbréis a esto - advierte con una sonrisa para luego, ser el que más disfruta la pizza.

Run AwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora