-Vámonos a casa - dice repentina y apresuradamente Jin. Me separo de su cuerpo e inevitablemente comienzo a boquear, mirando de un lado a otro, esperando que vuelva.
-No puedo - mi voz se rompe a cada palabra, a duras penas puedo saber cuánto tiempo pasé sin llorar.
-No estás bien, no sabes lo que quieres, es normal, pero sabes que siempre he querido y quiero lo mejor para ti, no te diría algo malo - dice Jin, atropellando palabra tras palabra, sin hacer una sola pausa.
-¡No lo entiendes! - toso, consiguiendo que el chico que intenta convencerme haga una mueca de horror -. Mi padre es quien me ha traído y me está esperando en la puerta, no me dejará irme - Jin parece comprenderlo, no hay forma de librarme de ello, no hay escapatoria -. Tengo que irme, vendrá a buscarme si tardo mucho más - sostengo su mirada y acaricio su mejilla -. No te preocupes por mí -. Una mano que no es la de Jin abraza mi muñeca, deteniéndome antes de dar un paso si quiera. No puedo mirarle, no puedo enfrentarme a él. Mi cuerpo tiembla ante su tacto y, dándose por aludido, me suelta.
-Quizás si te dejo mi sudadera no te reconoce. Nosotros estaremos a tu lado e intentaremos ocultarte de alguna manera - mis ojos siguen fijos a la mirada Jin. Jadeo, como si me faltase el aliento -. Yo... necesito que vuelvas a...
-Está bien, intentémoslo - le interrumpo. No quiero. No puedo. No podría escucharle, no quiero caer en el juego de nuevo. ¿Habrá pensado si quiera en mí todo este tiempo?, ¿me está diciendo que vuelva porque realmente me aprecia, o porque siente lástima por mí?, quizás no le importo y directamente lo hace solo por Jin.
Mis inseguridades reaparecen. Quiero encerrarme en mi habitación, quiero estar sola.
Unas manos se posan en mis mejillas.
-Te he echado muchísimo de menos - Jin me mira a los ojos, intentando acceder a mí. Aparto la mirada y asiento.
-Y yo a ti... Quiero volver a casa.
Tal y como lo había dicho anteriormente, Jimin se saca la sudadera para prestármela. Tal y como lo habíamos planeado, salimos de la tienda, salgo del local, veo el coche del hombre que me mantuvo encerrada en casa y bajo vigilancia cada vez que salía, los nervios se acumulan en mi estómago y mis latidos retumban hasta el punto en que los siento en mis oídos, bombeando la sangre de todo mi organismo, poniendo mis sentimientos a flor de piel.
-Hey, ¿estás bien? - mi vista se enfoca al chico que observa la situación de lejos, alguien que parece que no se atreve a acercarse a mí, aunque quizás es solo que no le importo. ¿Es eso, Jimin?, ¿esa es la respuesta tan buscada? - ¿Liss? - observo a Jin, sujetándome frenéticamente por los hombros.
-¿Ya estamos lo suficientemente lejos? - Jin asiente y me sonríe, felíz de habernos reunido de nuevo, y por ese sincero sentimiento, no soy capaz de contener mis lágrimas. Ansié tanto esto, el estar con alguien a quien de seguro le importo, alguien a quien considero mi verdadera familia.
El camino continúa, mis piernas, las que tanto pesaban, parecen aliviar su cansancio al ver a lo lejos la conocida casa a la que llamo hogar.
-Sé que parece una tontería, pero... ¿puedo abrir yo la puerta? - Jin sonríe idiotizado por completo, y me entrega las llaves. Toco el frío y oscuro pomo y al abrir todo se me hace familiar. Suspiro, aliviada de estar en esta casa.
-Deberías ir a descansar, ha sido un largo periodo de tiempo para ti - asiento -, pero quiero hablar contigo mañana, quiero saber...
-No hay mucho que contar, Jin - mi respuesta suena algo cortante, no quiero hablar del tema, simplemente no quiero hablar de lo sola que me sentí -. He estado encerrada prácticamente los nueves días que pasé con ellos - no quiero mencionarlos.
-¿Encerrada? - pregunta Jimin.
-Sí, encerrada en mi habitación, sola, contando las horas, minutos y segundos, pensando en todo lo que hice en esa habitación, pensando en cómo habían cambiado las cosas, añorando las noches de sueños profundos, añorando poder dormir como lo hacía aquí, añorando la libertad, confianza, y buenos momentos que había podido pasar en los meses que estuve con vosotros. Solo salí dos veces, ambas a comprar, y acompañada para no poder escapar. Nada más que merezca ser mencionado supongo.
-¿Nada...? - pregunta Jin inseguro, a lo que niego con la cabeza.
-Nada de nada - Jin sonríe levemente -. Ahora voy a dormir... me vendría bien - comento.
-Sí - me giro para subir las escaleras cuando su voz me detiene nuevamente -. Liss, ¿te gustaría que viniesen los chicos mañana?, preguntaron mucho por ti - asiento con la cabeza. Yo también los eché muchísimo de menos... Giro de nuevo mi cuerpo y subo un par de escalones cuando me detengo, esta vez por voluntad propia.
-Oye Jin - él susodicho me observa, desde la entrada -, también eché de menos tus preocupaciones innecesarias - noto un leve rubor en sus mejillas gracias a la luz de la pequeña sala -. Buenas noches.
Subo las escaleras y me encierro. Suspiro y me dejo caer. Mi espalda recae sobre la blanca puerta y mi cuerpo resbala por ella hasta caer al suelo. Llevo mis manos al rostro, topándome con la tela que cubre mi torso, la sudadera de Jimin, aspiro el leve aroma que desprende, y no puedo evitar llorar.
No puedo evitar llorar, romperme de nuevo por diez días seguidos; forzarme a respirar, secarme las lágrimas en la oscuridad.
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Run Away
Fanfiction-Déjame ayudarte - es lo último que dice, mi último recuerdo sobre la primera vez que lo vi. Las últimas palabras de mi primera bendición. ----------------- Aviso: contenido sensible.