Capítulo 2.

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×××Narrador omnisciente×××

Su subconsciente comenzaba a dar constantes vueltas junto a la poca comida de su estómago. El mareo que le provocaba el lento vaivén del coche iba a peor. Y no fue hasta que vio la lívida y conocida puerta de la que era su casa, que se dio cuenta de la presión de su pecho. No quería volver, no quería entrar por esa puerta de nuevo y revivir todos los momentos pasados.

Seok Jin, el chico que conduce, se gira con el ceño fruncido cuando detiene el auto. El chico junto a la inerte chica la mira fijamente, buscando algún indicio de movimiento, sin embargo, se encuentra petrificada.

-Hyung... - susurra en un tenue susurro. El mayor suspira en respuesta y se gira hacia delante, intentando mantener la compostura en un acto fallido. Sus pupilas se centran en la desolada carretera pareciendo delinear la separación entre los dos carriles, como si ahí se encontrase la solución a sus problemas.

-¿Qué sugieres? - se atreve a preguntar finalmente -. ¿Que la llevemos a nuestro apartamento?, ¿que ocultemos su paradero a su familia? - deja escapar un susurro, frustrado. Deja recaer el peso de su cabeza contra el volante.

-Por favor... - interrumpe esta vez la chica con un fino hilo de voz. Sus ojos se mantienen fijos en los anchos hombros del chico que e encuentra de espaldas, como si quisiese penetrar con ellos su cuerpo y suplicarle directamente a su alma.

-¿Y tus padres? - el mayor se gira repentinamente, algo más convencido que anteriormente por la chica -. Se preocuparan por ti - afirma.

-Puedo llamarles para decirles que estoy bien - Jin suspira, sabiendo que él será el que lleve el cargo de esa joven chica.

-Mi consentimiento, mis reglas - su mirada se centra esta vez en los ojos de la chica -. Tendrás que quedarte en nuestro apartamento, yo hablaré con tu familia para informarles sobre tu estado y tendrás que ir a citas con el... médico - el tema parece incomodarle cuando trata mencionarlo.

-No es necesario que vaya a un psicólogo - dice la chica, algo más familiarizada con el tema.

-Mi consentimiento, mis reglas. O eso o te acompaño a la puerta de tu casa - su voz suena severa a pesar de que su rostro solo muestra preocupación. La chica mira al silencioso chico que yace a su lado, como si pidiese ayuda para convencerle. Éste, dándose por aludido, se encoge de hombros y le sonríe.

-Bienvenida al mandato de Seok Jin, puedes llamarme Jimin - asiente, dándose por vencida.

-¿Tu nombre? - pregunta el mayor, poniendo en marcha el auto.

-Li Stee - me limité a contestar.

-Liss para nosotros - comenta Jimin con una sonrisa.

¿En que momento fue que dejó de preocuparle quiénes eran aquellos chicos? Lo que podrían hacerle, lo que podrían pensar de ella, no importaba, ya no. No podría estar peor que como estaba en casa así que, por qué no arriesgarse.

-Puedes quedarte en la habitación de invitados - dice Jin de repente cuando el trío entra a la cocina. Alza la mano para señalar la sala que se encuentra frente a esta - el salón. Te aviso de que tenemos varios amigos y... somos bastante ruidosos - Liss se encoge de hombros. Tiene sus auriculares, y a veces, el ruido es mejor que el silencio - dame el número de tu casa - Liss suspira, antes de dictarle el número y ver como desaparece por las escaleras que dan al piso superior. El joven la observa en silencio, desde la encimera en la que se encuentra plácidamente apoyado.

-¿Qué pasa? - se atreve a preguntar extrañada. ¿Realmente se había metido en un lío?

-Sólo te miraba - Jimin hace un puchero mientras se separa de la encimera y se acerca a ella -. ¿a caso te incomodo? - su sonrisa se curva hacia un lado cuando pronuncia esas palabras en un tono sugerente.

-No... - se cohíbe, sin saber muy bien como reaccionar ante la cercanía. Contiene el aliento, nerviosa, hasta que el chico le sonríe cálidamente y coloca una mano sobre su cabeza.

-No tienes por qué preocuparte, no somos asesinos en serie ni nada de eso - sonríe y menea la mano repetidamente, revolviéndole el pelo a la menuda chica -. Bienvenida a casa, Liss.

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