Visitas Indeseables

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Me levanté muy temprano. La casa estaba sumida en un denso silencio.
Me vestí y salí silenciosamente.

Cuando salí al exterior el fresco viento me despertó completamente. El invierno se estaba acabando lo cual era grandioso pues el paisaje comenzaba a florecer.

Me adentré en el denso bosque que conocía de memoria.
Pero la sensación de que alguien me observaba me siguió durante todo el trayecto.
Traté de no darle la mayor importancia, después de todo podía ser uno de los proxys ¿no?

Luego de que mi estómago empezará a protestar por comida decidí que era momento de regresar. Pero la sensación de ser observada se hizo más fuerte.

—¡Vamos! Sal de una jodida vez, no es divertido éste estúpido juego —grité cuando me fastidié.

De entre las sombras salió la copia de Laughing Jack versión mujer.
Genial. Lo último que necesitaba, otro que quiere matarme.
Soy un imán para los psicópatas.

—Vamos a divertirnos juntas —declaró dándome una perversa sonrisa.

Miré sus manos. Vaya. Esta chica sí que le gusta irse al extremo usando una moto sierra, nada comparado a la pequeña navaja que traigo conmigo.
Definitivamente no puedo darle pelea encontrándome tan escasa de armas.
La única opción viable es correr. Sin pensarlo mucho me doy media vuelta y emprendo la marcha hasta la cabaña.

Corro rápidamente esquivando árboles y arbustos. Definitivamente las clases de Laughing han servido bastante.
Cuando me encuentro a unos metros para salir de entre los árboles siento como algo se aferra a mi tobillo y me hace caer.

Me lleno de barro. Diablos.
Me volteo y una raíz se aferra fuertemente a mi cuerpo. Saco mi navaja y empiezo a cortar la raíz.
A la mitad de mi labor un golpe seco en mi rostro me regresa al suelo.

¡Mierda!

La payasa se encuentra a mis pies riéndose como desquiciada. Levanto mis pies y la pateo lo más fuerte que puedo en las piernas. Ella cae al suelo de rodillas y pateo su rostro. Ella chilla y yo me levanto para seguir corriendo.

¿Dónde diablos están los proxys cuando los necesitas?

Salgo del bosque y entro a un claro. A tan sólo un par de metros está la cabaña.

Un dolor me recorre la pierna y voy directo al suelo. Últimamente paso demasiado tiempo ahí.

La muy perra me ha lanzado un cuchillo y lo ha encajado perfectamente en mi pierna.
La miro a lo lejos, viene saltando como si fuese una niña.
Tomo el mango del cuchillo y con un rápido y único movimiento lo saco de mi cuerpo evitando soltar un chillido.

Me levanto y me pongo en guardia esperando el ataque proveniente de ella.

—No tienes idea de cuánto me encanta cuando creen que tienen posibilidades y se defienden —soltó una carcajada—. Humanos estúpidos. 

—Vete al diablo.

Su sonrisa estúpida se borra y la pelea comienza.
Intento apuñalarla repetidas veces pero ella desaparece cuando estoy a punto de lograrlo y se ríe de mi.

—¡¿Jill?! —Jack nos distrae a ambas.


Volteamos a verlo. Está mirándonos con el ceño fruncido.

—¡Jack! —grita ella con emoción. Y antes de correr a sus brazos clava una navaja en mi pierna haciéndome caer de rodillas.


—Maldita perra —mascullo.

Pero nadie lo nota. Después de todo ella se ha lanzado literalmente a los brazos de Jack.

—¿Qué le hiciste a ____? 

—¿____? —pregunta ella a lo que Jack me señala. 

—Es mi aprendiz. 

—¿Aprendiz? —se burla ella mientras arrastra a Jack dentro de la cabaña—. Pensé que Slender no escogía a estúpidas adolescentes.

¡Hija de...!
Un brazo me sujeta por el cuello deteniendo que vaya a matarla.

—Tranquila —dice una voz muy bien conocida por mí. 

—¿Qué quieres Jeff? —digo soltándome de su agarre. 

—Sabes que ella es demasiado para ti. Aún no estás lista. 

—Si mal no recuerdo casi te gané en la cocina —él suelta una carcajada. 

—¿Eso? Ni siquiera era una pelea. Solo estábamos jugando... No estás de cerca de estar a la altura. Aún no... 

—¿Entonces debo de agradecerte que no me hayas dejado ir a apuñalarla? —pregunto irónica. 

—Te he salvado el trasero y lo sabes. Estás herida, además de que a Jill le gusta jugar sucio. 

—¿Viste la pelea? 

—Primera fila —dice riendo.

—Hijo de puta —digo hirviendo en rabia—. Sabías que necesitaba ayuda y ni siquiera te dignaste a salir. 

—Relájate. Sólo quería ver tu progreso. 

—Jódete. 

—Vas bien —dijo ignorando mi insulto—. Fue muy inteligente de tu parte correr y no enfrentarla. 

—Te detesto.

—____, no hubiera dejado que te asesinara, de eso me encargaré yo.

Lo miré con un profundo odio. Joder, estaba en lo cierto pero mi gran ego no me dejaba pensar claramente y darme cuenta de que aún no estaba lista para enfrentarme a ninguno de ellos.


El Enemigo [Laughing Jack Y Tu] (Book 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora