El celular timbró por tercera vez en menos de dos minutos, vibrando en el buró al lado de la cama, anunciando una llamada que se negaba a ser contestada.
Angel giró de nuevo sobre el colchón, cubriéndose el rostro con una de las almohadas, solo para quitarla casi al instante, volviendo a girarse para tomar el celular y poner fin al fastidioso sonido.
—¿Qué quieres ahora? —ni siquiera se fijó quien llamaba, no necesitaba hacerlo, sabía exactamente quien lo buscaba.
—¡Angel! llevo intentando comunicarme contigo desde hace hora y media. ¿Qué carajos pasa contigo? —la chica preguntó molesta—. Estoy fuera de tu cuarto así que más te vale que muevas tu culo hasta aquí y abras la puerta. Sé que estás ahí porque Dante me lo dijo hace 5 minutos, cuando le regresé sus llaves, así que no me obligues a pedírselas de nuevo y...
La llamada no se cortó, pero el celular terminó rebotando en la cama cuando Angel lo lanzó a un lado. La frustración lo hizo reaccionar así, tomando su cabello para peinarlo hacia atrás con ambas manos, buscando de aquella forma liberar un poco de estrés. Pensó cuanto odiaba a su compañero de cuarto y lo comunicativo que solía ser con las chicas que le parecían bonitas. Que Itzel tuviera las llaves del cuarto no le pareció extraño, su "no tan amigo", se las prestaba cada que salía de la ciudad, ya que parecía confiar más en ella que en su propio roomie.
Resopló, poniéndose de pie para de una vez por todas enfrentar a su amiga y de paso, a la realidad.
En cuanto abrió la puerta Itzel lo miró con odio al no ver su celular en la mano, dándose cuenta de que estuvo hablándole al aire todo ese tiempo. Entrecerró los ojos colgando la llamada y empujó a su amigo, entrando sin invitación.
Angel cerró de un portazo, sin prestar atención a su fuerza, dejando que su comportamiento sobresaltara a la chica.
—¿Por qué estas evitándome? —lo confrontó, esperando escuchar una buena respuesta de su parte— Ha pasado casi un mes desde que visitamos a mi tía y al inicio pensé que necesitabas tu tiempo para procesar lo que sea que ella te haya dicho y te di tu espacio, pero es claro que no estas bien —lo miró con una mezcla de enfado y preocupación—. Faltas a las clases, faltas a tu trabajo, ya no te rasuras y cada que te dejo mensajes no haces más que dejarme en visto ¿Qué pasa contigo? —se paró frente a él, viéndolo directo a los ojos, intentando descubrir lo que ocultaba con tal recelo— Desde Emilie te has alejado de todo... de mí —dijo con profunda tristeza— ¿por qué? Le llamé para saber, pero no quiso decirme y me aconsejó que lo hablara contigo, así que aquí estoy. Quiero saber que te tiene así.
La genuina preocupación de su amiga logró conmoverlo, haciéndolo sentir culpable por dejarla fuera de lo que ahora era su vida.
—Perdóname, no quería preocuparte, pero estoy bien —la molestia que antes sintió se disipó, preguntándose si en realidad la quería lejos.
—¿De verdad? —la chica lo retó con tono de burla— llevas semanas procurando el menor contacto humano y ahora también apestas a alcohol ¿Qué te dijo mi tía como para hacerte tomar un martes a medio día? —preguntó, señalando la botella de tequila en el piso al lado de la cama, que parecía contener apenas la mitad de su contenido— ¿Qué estas intentado olvidar? —esta vez su tono de voz cambió, dejando de ser rudo para mostrarse otra vez lleno de preocupación.
—La chica de cabello negro de mis sueños, Elizabeth, es mi novia, en la vida real y fue secuestrada por mi culpa —Itzel abrió los ojos con sorpresa—, así que debo salvarla.
—¿Ya lo reportaste a la policía? ¿Cómo que quieres salvarla? Debemos buscar ayuda profesional en lugar de que te estes aquí emborrachando —lo regañó.
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Cautiva de un demonio
ParanormalEn el inicio de los tiempos un ángel caído quedó cautivado por la belleza y la rebeldía de la primera humana, enamorándose de ella. Pronto supieron que su profundo amor los condenaría y así fue, resultando en un trágico final. Miles de años tuviero...