La nínfula y la propuesta

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Nínfula, era como más me identificaba, aunque Ruby me decía todo el tiempo que ya había expirado mi tiempo para serlo. Si alguna vez leíste Lolita de Nabokov, sabes que de ahí se origina la palabra y sabes lo que significa. (Si no, deberías ir a leerlo) En todo caso, mi parte nínfula fue lo que me llevó a conocer a Ruby y a tener la vida que tengo. La nínfulas son criaturas jóvenes, gráciles y que atraen con inocencia a hombres mucho mayores. Nabokov las intercalaba entre los 9 y 14 años de edad; cuando las niñas aún eran niñas, y empezaban a madurar para ser mujeres. Chiquillas que seducen por juego, que sueñan con un hombre que las convierta en mujer.

Por la descripción que acabo de dar, puedes inferir que Ruby tiene razón, en cuanto fecha de expiración y puedes estar casi seguro de que mi edad ya no cuenta entre pubertad... Pero hasta no hace mucho todavía lo era. ¿Puedes adivinar? Aún así, mi edad es codiciada por los hombres que "sanamente" disfrutan de la compañía de una joven mujer, sin ser ilegal o llamado pedófilo. Y entre mis creencias cuento que las nínfulas, somos como la fruta fresca hasta cuando decidamos serlo, mientras no se pierda la picardía de una jovencita enamorada. El problema es que últimamente mi picardía era muy elaborada y para nada natural. La idea de enamorar a otro hombre ya no me era tan fascinante como lo habría sido al principio. Se me hacía demasiado aburrido y monótono. Me sentía más como una fruta oxidada y casi marchita.

Más tarde, después de clases, Ruby y yo fuimos a almorzar con su Sugar daddy #1, el político más seguido del momento, y por lo tanto nos envió a recoger con un chofer de su confianza, quien creía que éramos amigas de la hija del político y nos llevaba hasta un lujoso hotel de la ciudad, donde él era dueño de una suite. Se creía que por ser amigas de su hija estaríamos en derecho de ir y venir en el lugar, sin que se sepa que él estaría ahí. Lo que otras personas tampoco sabían, es que la hija del senador no era la chica que salía en las fotos y en las reuniones públicas donde se presentaba. Era una modelo pagada, pues su verdadera hija era una niña con síndrome de Down, a quien ocultaba por miedo a perder su popularidad. Por lo tanto no había nadie que sospechara nada. Era asquerosamente rico, y asquerosamente mentiroso. Como siempre, nos esperaba en el lugar.

-Mi Ruby- le dijo apenas entramos. Tomó su rostro entre sus manos y le acarició una mejilla. Ella le sonrió tiernamente y bajó sus largas pestañas. Lo tenía loco, se notaba. Este hombre, a quien por seguridad llamaré Paul, tendría aproximadamente 45 años y aportaba con el 60% de los ingresos actuales de Ruby, además de haberle dado un auto que no era de lujo, pero bastante impresionante. El otro 40% de sus ingresos, los obtenía de sugar daddy #2 y sugar daddy #3.

-Me alegro que hayas traído a tu amiga hoy. Tenemos cosas de qué hablar.

- ¿Ah, sí? No recuerdo que me hayas dicho que teníamos que hablar- le respondió Ruby mientras se sentaba frente a la espléndida mesa que estaba servida para los tres.

- En realidad la charla es con Cherry, querida. Tú parte del trabajo será ayudarla.

Miré a mi amiga, quien me devolvió una mirada interrogante. Seguidamente yo también tomé asiento y Paul nos siguió.

- ¿Entonces? - comencé diciendo

- Entonces, tengo un problema. Habrán escuchado de cierto nuevo contrincante político que tengo. Es joven, comparado a mi, y eso siempre llama la atención de los votantes. Viven pensado que esta gente trae ideas innovadoras, ¡Ja!

Ruby y yo nos volvimos a ver sin entender de qué hablaba.

- No te sigo. No entiendo para nada lo que dices.

- Cherry, querida. No me decepciones. Teniendo como amiga a mi Ruby, es más que seguro que debes ser muy inteligente, además de guapa. Tienes a la mejor maestra.

- Me halagas, papi. Pero Cherry, es natural. No le enseñé mucho.

- La cuestión es querida, que si no quisiera tanto a mi Ruby, le haría la propuesta a ella, pero no soportaría que ese tipo le pusiera las manos encima. Mi Ruby, es sólo mi Ruby.

- ¡¿Me dices que lo seduzca yo?!

- ¡Exacto! Eres perfecta para el trabajo. Obviamente es trabajo querida, porque quiero que lo arruines, y te pagaré muy bien por ello. Verás, está comprometido con otra mujer que también está envuelta en la política. Un poco mayor para él, y se cree que ella es quien lo ha ayudado a aumentar su popularidad.... Mi punto es que arruines su billetera, su compromiso y su carrera. ¡Hacerlo pedazos en los medios!

- No puedo. En serio, no podría. Eso implica mi propia exposición. - nuevamente miré a Ruby para buscar ayuda.

- Es cierto, papi. Cherry tiene pavor a implicarse con gente del medio. Créeme que yo he tratado de subirla de nivel, pero no quiere. No quiere verse expuesta de ese modo, cree que no podrá manejarlo.

- No, no. Estás siendo tonta chiquilla. Te verías beneficiada de muchas maneras. Tendrías el doble de dinero que cualquier otro sugar daddy que tengas pueda darte. Además, puedo ofrecerte mi protección. Es más, si quieres yo te busco con mi gente, la exclusiva, una vez dado el golpe, de tal forma que tu identidad no sea revelada. Sabes que puedo hacerlo.

- Paul, no. No puedo. No sé qué decir. ¿Y si no logro seducirlo?

Ruby se rió. -Nadie se te ha negado. Tú eres Cherry Bomb. No hay nadie que no puedas llevártelo de la forma que tú desees.

- Es lo que yo pensé, pequeña. Si no existieras tú, probablemente Cherry sería mi pequeña.

Me reí. Ni loca vejete, contigo nunca. Realmente estaba sorprendida por esa oferta. Me parecía peligrosa y sucia. Era una forma sucia de ganar campaña y odiaba la deshonestidad de la gente. Odiaba a los hombres como Paul.

- Piénsalo Cherry. Puede ser una gran oportunidad.

- Yo la ayudaré a analizar la propuesta. ¿Te parece, papi? No pienses que aceptaremos la propuesta así sin más.

- ¿Aceptaremos?- preguntó Paul.

- Es mi amiga, yo la traje a ti. Sin mí de por medio, no habría ni amiga, ni convencimiento de trato

Paul dio una sonora carcajada y Ruby sonrió de vuelta. Lo que a Ruby le gustaba de tener sugar daddies, no era sólo el dinero o las cosas que le daban. Realmente le encantaba hacer que los hombres disfruten de su compañía, y que dependan de ella. En este caso, Paul, dependía de la juguetona y maliciosa Ruby para estar de buen humor.

Esa tarde volvimos al apartamento con la promesa de pensar en trato.

Miss CherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora