La confesión

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— Me alegra que aceptaras que nos veamos hoy. — me dijo con su voz casi ronca, mientras tocaba mis pechos de forma provocadora.

— Necesitaba hablar contigo por lo de la cena. Tenía mucha vergüenza por lo ocurrido.

— Shh. Ya lo olvidé, ¿podemos hablarlo luego?

— Pero es que yo...

Me tomo firmemente entre sus brazos y bajó sus manos hasta mis nalgas, para luego darme una nalgada y cogerme por sobre sus hombros. Me llevó hasta mi habitación y cerró la puerta.

— Solo aprovechemos que estamos solos este momento. Luego, lo que mi pequeña Cherry quiera.

— ¿Pequeña?

— ¿No te gusta?

— Le dijiste pequeña esa noche, a Alicia.

— Mera expresión para suavizar el momento— dijo recorriendo con pequeños besos mi clavícula mientras avanzaba lentamente con sus manos por entre mis muslos, debajo de mi falda. — ¿Celosa?—

— Para nada.

— ¿Así que para nada?— me tomó del cabello de manera firme y haló suavemente hasta obligarme a echar para atrás mi cabeza.

— No.

— ¿No? — recorrió con su lengua el espacio entre mi cuello y la base de mi cuello y liberando uno de mis senos con otra mano. Comenzó masturbar suavemente el pezón que estaba desnudo, en forma circular.

— N-no. — le respondí un poco jadeante. Frente a esto, dejó mi cuello y avanzó hasta mi pecho para comenzar a succionar lentamente ese mismo pezón. Debía pararlo porque entonces nunca podría hablarle y no podía dejar pasar un minuto más sin saber a qué se refería Alicia. Lo empujé un poco y me acomodé la ropa.

—No puedo. Primero tenemos que hablar.

—Ya, pero ese tono no me gusta bebé. Suenas a novia. Esto es sólo intercambio de intereses, ¿recuerdas?

— Isaac, el hecho de que se trate de un acuerdo por intereses, no significa que deje de ser una persona que tiene derechos y merece respeto... No puedo estar con alguien en quien no puedo confiar. Necesito saber...— suspiré antes de volver a hablar.— Necesito saber, qué tan cierto es todo eso que dijo Alicia esa noche. ¿Por qué dijo todo lo que dijo?

— Soy una figura pública. La gente siempre inventa cosas.

— Isaac...

— Creí que no querías saber nada de lo que concierne a mi imagen y política y bla, bla.

— Bueno, este tema si me interesa.

Hizo una pequeña mueca y continuó.

— Además de cuidar mi imagen, con mis secretos, también cuido la imagen de las personas que me rodean. Lo que te voy a decir no te va a gustar para nada, y si Ruby se entera me mataría.

— No entiendo nada.

— Alicia y yo ya nos conocíamos.

—Pero, ¿cómo?

— Alicia ha estado en clínicas de rehabilitación, ¿cierto? Bueno, mi madre, siendo mi madre, es voluntaria y filántropa y esas cosas. Y la clínica donde estaba ella, es una de las que por medio de la fundación de mi madre se beneficia. A veces tenía que acompañarla y fingir que también trabajaba de alguna forma ahí. Así conocí a Alice. Yo... Cherry, yo fui su sugar daddy por un par de meses.

— Isaac... ¿No dijiste que no tenías experiencia? Que tú nunca...

— Técnicamente no la tengo, porque Alicia no es una verdadera sugar baby, por eso la dejé. Y porque se enamoró de mí. Yo me aburría mucho y ella era divertida, además que ella despertó en mi un instinto protector que nunca había sentido, tenía la necesidad de proveerla y darle cosas a cambio de su compañía, pero ella desistía en aceptar nada. Le expliqué sobre mi curiosidad por el estilo de vida de un sugar daddy, pero no pareció entender. Se puso histérica y dijo que ella no era ninguna prostituta, habló de su hermana y...

— ¿Y?...

— Supe que Ruby era una sugar baby de verdad. Luego de la discusión no volví a verla, pero yo volví a la clínica para obtener alguna información sobre su hermana. Afortunadamente ella estaba como una de sus representantes en su historial médico y pude verla físicamente de lejos. Entonces supe que la había visto en algún lugar, averigüé y aparentemente era amiga de la hija de Paul. Necesita acercarme de alguna forma a ella, pero entonces el día de aquella fiesta, sin saberlo las vi y te vi a ti Cherry. Te vi y supe que tampoco quería a Ruby, si no a ti. Supe que contigo tendría éxito. — Terminó de decir mientras me miraba esperando que dijera algo, pero no podía articular palabra alguna. Estaba petrificada por tremenda información. No sólo el hecho de que estuvo con Alicia, y que iba detrás de Ruby, si no que de alguna manera pudo haber descubierto que Sof no era hija de Paul, el senador, y por ende que Rubs, era su sugar baby... Y recordé el plan por el que me estaban pagando.

— Cher, dime algo. — se me acercó y puso su mano en mi mejilla. — ¿Se lo dirás a Ruby?—

— No sé cómo, pero tengo que decírselo. Le hiciste daño a esa niña Isaac, y de alguna forma es tu culpa que esté extraviada. No sabemos nada desde ese día.

— Lo siento. No fue mi intención.

— Creo que es mejor que te vallas Isaac. Necesito pensar.

— ¿Me vas a buscar cuando estés lista?

— Sí, claro. — le dije. Tomó mi mano y la besó antes de salir e irse.

— ¡¿QUÉ CARAJO?! — gritaba mi mente. Me tiré en la cama y lágrimas de impotencia y coraje comenzaban a rodar por mi mejilla. ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Es que este hombre está loco? Su pequeña obsesión de convertirse en sugar daddy había lastimado la inocencia de una chica enferma y mentalmente mal.

No podía dejar de llorar, no sabía qué hacer y el cansancio mental me ganaba batalla. Los ojos se me cerraban y me dejé llevar...

****

— ¿Cher? — la voz llorosa de Ruby me despertó. Miré un poco confundida y la imagen borrosa de mi amiga sentada en la cama me mareó un poco. Miré hacia el otro lado y me fijé que casi había anochecido.

— ¿Rubs? ¿Qué ocurre?

Ruby se hecho sobre mí mientras lloraba desconsoladamente y casi gritaba entre sollozos.

— Mi hermana. Alice... Alice está muerta.

Miss CherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora