Más tarde, ese mismo día, tuve que salir porque pensar tanto me estaba volviendo loca. Salí del departamento y tomé un taxi hasta las afueras de la ciudad, donde se ubica una pequeña laguna artificial y algo parecido a un bosquecillo. Normalmente está lleno los fines de semana, pero como no era el caso no lo estaba.
Caminé un rato sin sentido y luego me senté en el borde de una banca frente al lago y comencé a llorar sin hacer ruido alguno. Necesitaba llorar porque era mi única forma de liberar el temor que sentía, la inseguridad, y al mismo tiempo lloraba sólo porque podía.
— Bonito lugar para estar meditar, ¿verdad? — su voz áspera y profunda me heló hasta lo huesos. Giré rápidamente y me encontré con esos ojos azules como lo profundo del mar, oscuros y misteriosos.
— ¿Te sientes mal, Cherry? ¿Prefieres quedare sola? Sólo pasaba para saludar.
Limpié la última lágrima que rodó por mi mejilla y le respondí:
— Ya interrumpiste mi soledad, de nada sirve volver a ella. ¿Qué haces aquí Isaac? Nunca me imaginé verte en un lugar como este.
Llevaba una chaqueta de cuero negro, jeans y un par de gafas oscuras en sus manos. Probablemente vino así para no ser reconocido.
— Me gusta venir aquí cuando quiero estar solo, por eso vengo entre semana. Siempre está prácticamente vacío.
— ¿Ah sí? Yo también vengo a veces, y nunca te había visto.
— Y yo tampoco a ti, y eso que no eres fácil de ignorar.
— A lo mejor tú sí— le dije. Me sonrió y se sentó a mi lado.
— ¿Segura estás bien?
— Sí, a veces las personas lloran sólo porque lo necesitan, ¿sabes? Llorar no siempre es signo de estar mal. A veces es liberador.
— No es mi caso. — respondió
— Ya, tú nunca lloras.
— No quise decir eso, lo que pasa es que rara vez lloro, y si lo hago es porque realmente algo que me importa está mal. No considero que las personas lloren así por así, si todo está bien.
— Créeme, hay gente que tiene todo en la vida, y está bien, y aún así llora.
— No creo que sean gente mentalmente sana. — me dijo.
— Reconozco que sí. No le haría honor a mi carrera si pasara por alto eso. A lo mejor no estoy totalmente sana. — le dije sonriendo.
— ¿Psiquiatría?
— Psicología.
– ¿Me estás analizando en este momento? — dijo mientras sonreía abiertamente. Tenía una sonrisa muy atractiva, a pesar de no tener los dientes tan perfectos. Se veía mucho más joven cuando sonreía.
— No. Ese es el karma de los psicólogos, ¿sabes? No podemos socializar con tranquilidad porque piensan que estamos en nuestro rol profesional todo el tiempo.
— ¿Acaso no lo estás todo el tiempo?
— ¿Qué tú sí?
— Todo el tiempo. Soy muy profesional.
— Ahora mismo no me pareces muy profesional. — le respondí burlonamente.
— Lo soy, lo soy. Estoy tratando de agradarte para que votes por mí. No dejo de trabajar en mis votos, soy profesional.— se rió de su propio comentario.
— No es gracioso, no es profesional y no votaré por ti. — le respondí sacándole la lengua.
— ¿Sabes? Es la segunda vez que te veo y sigo impresionado.
— ¿Por?
— Eres como una quimera, una mezcla de todo. Siempre tienes una respuesta, pareces muy segura de lo que sabes... Eres como muy madura, y a la vez no. Inocente... No sé. Eres diferente.
— ¿Diferente al resto de las chicas que has conocido? — me reí. — Soy súper común, lo que pasa es que nunca me puedo quedar callada. Además, no me gusta esa idea de decir que soy mejor que alguien por mi forma de ser o porque aparentemente soy "diferente".
— ¿Ves? A eso me refiero. Normalmente si otra chica escuchara lo que te dije, diría, "Sí, me gustan los libros, la música, el arte, la poesía y no salgo a fiestas. No me gusta el drama y prefiero los viedeojuegos "
Nos hechamos a reír.
— Nada de eso está mal. Son conceptos de la sociedad. Hay chicas que considero yo, hablan y piensan de esa forma porque cree que atrae a los chicos. Pienso que puedo leer e ir a fiestas y aún así no ser igual a nadie, ni mejor que nadie. La gente se preocupa mucho por idioteces como esas. Ya no se puede divulgar lo que te gusta sin que te juzguen de alguna manera.
— Y de alguna manera, pensar así, te hace diferente. No es lo que piensan muchas personas. Pero no te hace única, no te creas.
Nuevamente nos hechamos a reír.
— No eres tan estirado o amargado como pensé.
— Trabajo en la política, tengo que parecerlo. Esto de la política requiere de madurez, y mucha responsabilidad. Demostrar tu interés por los otros.
— ¿Tienes algún problema con la madurez?— le pregunté.
— ¿Por qué lo preguntas?
— Hace un rato hiciste referencia de que parezco madura. Es como si fuera una cualidad muy importante para ti.
— Lo es. Me da sentido de responsabilidad y de que soy capaz de manejarlo todo. Me gusta manejar las cosas a mi manera.
— A todos, pequeño obsesivo. — le dije, mirándolo maliciosamente.
— Ahora sí, me analizaste.
Le sonreí. —Un poquito. Fue fácil, cualquiera podía deducir algo así. Empieza hacer frío, ¿te gustaría ir por un café? Invito yo.— Me encantaría, pero no debo ser visto públicamente.
— ¿Te importaría si vamos a mi departamento?
— ¿Es correcto? ¿No se molestará tu novio?
— No tengo y no es correcto, pero que se jodan la ética y la moralidad.
Me puse de pie y lo tomé del brazo para que hiciera lo mismo. Se puso de nuevo sus gafas y llamó un taxi.
Sin querer, las cosas se estaban dando naturalmente, a lo mejor y Ruby tenía razón. A lo mejor y nadie tiene razón. Ni siquiera yo, ni siquiera la bola. Me estaba dejando comer por la angustia sin razón alguna y el destino estaba jugando a mi favor.
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Miss Cherry
RandomCherry no es mi nombre real. Tengo la edad que quieras que tenga y me comporto como quieras que me comporte... No es cierto, a veces soy un poco perra. Juego con mis sugar daddies hasta que me aburro y los dejo. Me aprovecho de su dinero y a cambio...