Daddy Issues

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Me encontré a mí misma sentada en la sala del departamento de James. Había estado perdida en mis pensamientos luego de haber descubierto que la tal Bianca era la mismísima Vivianne S. Salí rápidamente de la clínica y lo llamé para pedirle que hable conmigo, por lo que me citó media hora después en el lugar en el que me encontraba.

Regresaba con una taza de té preparada por él. Caminaba a paso firme, pero lento, marcando la masculinidad exuberante que desprendía de su ser, y en esta ocasión, su look relajado, todo de negro y con barba de un par de días, lo hacía ver totalmente apetecible.

— Toma esto por favor. Tu aspecto parece algo alarmado y nervioso. — me dijo mientras me pasaba la taza de té. — ¿Qué ocurre? — se sentó a mi lado.

— Estoy muy confundida con la situación. ¿Sabes a qué me refiero? — tiré mi cabeza hacia atrás y suspiré. James tomó mi mano libre, que tenía más cerca de él y le dio un pequeño apretón.

— Te dejas llevar por un peso que no es tuyo. Estás demasiado tensa.

— Claro que es mi peso. Me involucra de muchas formas, creo que eso lo tienes claro.

— Pequeña, creo que debes revaluar que todo esto es importante para ti por otras razones diferentes a las que crees.

— ¿Ah sí?

— Hola, ¿estudiante de psicoanálisis? — giró los ojos en forma de mofa.

— Ya, entonces mi inconsciente me involucra más por asuntos personales...

— Y porque hay sentimientos de por medio también, claro.

— Sí, porque Ruby es como mi hermana.

— ¿Y Isaac es como tú qué? — se inclinó para estar aún más cerca de mi.

— Nada. Uno más. — sentí un vacío en el pecho al decirlo. Era nada, obviamente lo era.

— ¿Y por qué has venido a mi?

— No lo sé. — respondiéndome más a mí misma.

— No realizo mi trabajo gratuitamente, ¿sabes?

—  No tengo problema con eso. — Le dije poniendo la taza de té en una mesita cercana y soltándome de su agarre. Luego me puse de rodillas en el mueble y gateé unos centímetros hasta ubicar mi rostro frente al suyo.  Él me miró de vuelta con los labios ligeramente abiertos, apaciguadamente.

— Esa no es mi forma de cobrar. — volvió a hablar unos instantes después, paseando sus ojos desde los míos, para luego posarlos en mis labios. Aproveché para relamer los míos descaradamente.

— ¿Tal vez puedas hacer una excepción conmigo?

Acto seguido me puso sobre su regazo, frente a él y con las piernas abiertas. Posó una mano firme sobre mi cintura y la otra en mi cuello, la que me obligaba a acercarme peligrosamente en su boca.

— Podría hacer muchas excepciones contigo Cherry, pero no es mi estilo.

Intenté atrapar su labio inferior, pero el fue mucho más rápido y de forma algo violenta me acostó sobre el mismo mueble donde estábamos y se puso sobre mí.

— ¿No será que estás mal interpretando las cosas entre nosotros? ¿Chiquilla? — mantenía mis manos apresadas sobre mi cabeza.

— No soy ninguna chiquilla, James. A menos que así lo quieras.

— Para mí lo eres. Soy muchísimo mayor para tí.

Miss CherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora