Oliver A.

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James había encontrado al tal Oliver. Me comentó que pudo comunicarse con él porque después de todo eran colegas.

— Tuve que mencionarle que Alicia estaba mal, y que su hermana necesitaba hablar con él, pero no le dije nada sobre su muerte. — me dijo rápidamente cuando me llamó. — Vengan tú y Ruby está tarde a mi oficina. Él estará ahí.

— ¿No se opuso a vernos?

— Vaciló un instante, pero cuando dije que era urgente aceptó. Debo irme, adiós.

Y así secamente me colgó. No nos habíamos visto o hablado desde aquella vez que me rechazó y ahora aparece para hablarme así.

Sacudí mi cabeza y pensé que estaba imaginando niñerías. Tomé mi teléfono y le marqué a mi amiga para ponernos de acuerdo para el encuentro.

— No quisiera seguir moviendo el asunto.

— Ruby, hubo un crimen y necesitamos justicia por eso.

— ¿De qué sirve eso, Cher? Dime. Ella ya no está y yo sólo quiero tranquilidad. ¿Por que no terminas de una vez lo que Paul te pidió y nos largamos por un buen tiempo? Por favor, necesito descansar y relajarme.

Su comentario me cayó como agua fría. Ahora ella también me presionaba para que termine con aquel encargo. No sólo eso, también se había rendido. No le insistí más y decidí hacer las cosas por mí misma.

****
— Ruby no viene conmigo. No quiere ser parte de esto. — le digo en cuanto me abre la puerta.

— Pasa. Él aún no llega. — James me dio la bienvenida a su oficina y me pidió que tomara asiento frente a su escritorio. — ¿Cómo has estado?

— Bien. — le respondí cortante. Obvio estaba molesta por cómo se había comportado conmigo la última vez.

— ¿Sólo bien?

— ¿Por qué? ¿Te debo explicaciones?

— No, claro que no.

— Eso pensé.

Fue a sentarse frente a mí.

— Sé que debes estar molesta por cómo nos fue la última vez que nos vimos, pero tengo mis razones.

— Ya no me interesa, la verdad.

— No me importa si no te interesa, me vas a escuchar y punto. — dijo sin gritarme, pero con tono firme y estricto.

— ¿Razones? Ninguna razón justifica tu comportamiento...

— ¿Me vas a escuchar? Por favor.

— Yo vine a hablar con Oliver, no contigo.

Y justamente en cuanto terminé de decir su nombre, el timbre sonó. James tuvo que ponerse de pie e ir a abrirle. A los pocos segundos ya se encontraban los dos hombres de pie, frente a mi.

Oliver era aún joven, no más de 27 años. Castaño, alto, llamativo. No era mi tipo, pero no podía negar que estaba muy bien físicamente. En cuanto terminé de mirarlo de arriba a abajo, le extendí mi mano, sin ponerme de pie.

— Mucho gusto. Cherry, mejor amiga de Ruby. Vengo en su lugar, ella no pudo venir.

Extrañado, tomó mi mano para devolver el saludo. — Oliver. Es un gusto.

— Por favor toma asiento Oliver. Tenemos algunas cosas que hablar.— dijo James en seguida, también tomando asiento.

— Bueno, ¿en qué les puedo ayudar? ¿Cómo está Alicia?

Miré un momento a James, quien asintió muy lentamente, indicándome que le diga sobre su muerte.

— Alicia se quitó la vida hace poco más de un mes.

— Yo... lo siento mucho. Me hubiera gustado poder hacer más, pero me era imposible. Al no poder derivarla, tuve que salir del hospital. Mi presciencia le hacía daño. — respondió rápidamente y sin mucha pena. Fueron las condolencias menos dolosas que había escuchado en toda mi vida.

— Cuéntame acerca de ella. ¿Qué pasó?

— La historia no es complicada. Ella llegó, e hizo todo lo posible por salir rápido. Fingía estar bien, feliz, obedecía y — alzó sus dedos haciendo mímica de comillas— "comía". A algunos nos logró engañar por un tiempo, pero sus recaídas hacían obvios sus intentos por salir. Los primeros días fueron fáciles para mí; no tuve mayor problema con ella. Estaban algunas otras internas con quienes no lograba socializar del todo, pero de algún modo se entretenía. Luego estaba Bianca, con quien pasaba muchísimo tiempo... creo que ella fue la única que realmente logró entenderla en ese lugar. ¡Ah! También había una amiga que la visitaba con frecuencia, una chica de aproximadamente su edad.

— ¿Litch? — le interrumpe James.

— Sí, ella.

— ¿La conocen? — pregunté.

— A veces hablaba de ella en sesión conmigo, nunca la vi con visitas. — respondió James.

— Yo sí la vi unas cuantas veces. Muchísimas veces se les unía  Bianca, cuando Litch estaba de visita. — continuó Oliver. — Pero después de un tiempo Litch no aguantaba a Bianca o algo por el estilo, pelearon. Cada vez que iba, pedía que Bianca no este presente.

— ¿Por qué? — pregunté.

— Nunca supe la razón. ¿Tú?

— Tampoco. Y nunca me dijo que se relacionaba con Bianca. — le respondió James.

— En fin, en cuanto empezó a pasar el tiempo, el trabajo con Alicia se volvió incómodo... a estas alturas deben saberlo, lo que pasó entre ella y yo. Supongo que por eso me tienen aquí.

Mis ojos se dilataron y sentí picor en las mejillas. El ambiente se volvió denso y e incómodo. Sentía coraje y por la expresión de James, supe que el sentía lo mismo. Tuve que mantener la calma y evitar ser obvia. ¿Era capaz este hombre de confesar? ¿Acaso iba a confesar? Tomé una gran bocanada de aire y solté:

— No sé a qué te refieres. ¿Por qué crees que estás aquí?

Oliver soltó una risa nerviosa y ya no se mostraba tan serio como lo estaba anteriormente. Se veía incómodo. ¿Tenía las mejillas coloradas? No estaba segura de lo que estaba viendo.

— Vamos, claro que saben. No me hagan decirlo.

— Dilo Oliver. ¿Qué pasó? — dijo James en un tono calmado.

— Acoso.

Miss CherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora