La intimidad de su casa, la calidez de la manta que rodeaba su cuerpo y el relajante ruido de la lluvia conseguían apaciguar el dolor que vivía en su interior. Pero a pesar de todo esto había algo que continuaba haciéndole daño. Un recuerdo que llevaba años en su memoria y era muy consciente de que jamás sería capaz de arrancarlo de su ser.
Y con aquella angustia palpitante en su alma y con la seguridad de que no habría nadie para juzgarla dejó que una pequeña lágrima se escapase de su mirada para competir con el resto de gotas saladas que caían del cielo. Pero inevitablemente el llanto se hizo paso entre la tristeza, humedeciendo su rostro y causando dolor en sus ojos.
Al posar ambas manos sobre sus mejillas para borrar el reguero de amargos recuerdos se dio cuenta de un detalle que no hizo más que empeorar la situación. Quería que otras manos secasen sus lágrimas, que otros dedos recorriesen su piel y que en ella dejasen mil caricias que la hiciesen sentir mejor. Pero a veces aquello que queremos no es lo correcto. Y Emma sabía que por mucho que desease estar con Killian no sería capaz de dejar a atrás todos sus demonios, todo lo que la hacía retroceder dos pasos por uno dado hacia él.
Con todo esto en su mente hizo un gesto que había estado repitiendo durante las dos últimas semanas. Se acercó a la pequeña mesa de madera que decoraba el centro del salón y mientras su cuerpo caía sobre el sofá cogió con fuerza el móvil entre los cinco dedos de su mano. Y una vez más comprobó el registro de sus llamadas y mensajes. Y no se sorprendió al ver su bandeja de entrada vacía. Llevaba días ignorándolo y sabía que en algún momento se cansaría de ella pero ser consciente de algo no lo hace menos doloroso.
Con frustración y unos toques de angustia tiró el teléfono hacia un lado como si al hacer eso también pudiera deshacerse de sus problemas. Giró su cuerpo, únicamente cubierto por una vieja y cómoda camiseta de un gris oscuro, y colocó ambas piernas sobre el cómodo sofá que acarició su piel, cubriéndola de una relajación que no duró demasiado.
El estridente sonido del timbre la obligó a salir de su tan deseado momento de confort. Y tras un par de muecas de fastidio decidió levantarse para averiguar quién se encontraba tras la puerta y tras aquella insistente forma de llamar.
Cinco desganados pasos la llevaron hacia un encuentro que al mismo tiempo deseaba y evitaba. Hacia la única persona en su vida capaz de provocar tantos sentimientos contradictorios. Y lo peor de todo fue la sensación de impotencia que invadió todo su cuerpo al cruzarse sus miradas. No sabía que hacer o que decir.
Se limitó a quedarse inmóvil, observando cada detalle de la masculina figura que tenía frente a ella; La ropa mojada por la insistente lluvia, el pelo húmedo que se dejaba caer sobre el lado izquierdo de su frente y no fijarse en las gotas de agua que veloces recorrían su rostro para perecer en las curvas de aquellos labios sería una locura. Parecía como si el tiempo se hubiera detenido en aquel preciso instante para otorgarle el regalo eterno de perderse en aquellos ojos una vez más.
Tras unos segundo en los que Emma se limitó a contemplar al sujeto de sus deseos encontró la fuerza o valentía para acercarse a él. No era conocedora de cuáles serían las consecuencias de sus actos pero ahora mismo no era dueña de ellos, simplemente se estaba dejando llevar.
Con suma lentitud eliminó la distancia que los mantenía separados, colocándose a escasos centímetros de Killian, el cual seguía con su azul mirada cualquier movimiento que ella hacía, por pequeño que fuese. Pero sus ojos se cerraron inconscientemente cuando la rubia comenzó a dejar leves caricias, comenzando a la altura de su mejilla y descendiendo, que se hacían más intensas en las zonas donde aún eran visibles los golpes que lo habían mantenido ingresado en el hospital durante bastantes días.
Y en el momento exacto en el que aquellos finos dedos rozaron la comisura de su boca pudo escuchar un intento de pronunciar su nombre pero solo quedó en eso, en una simple tentativa pues él se encargó de impedírselo. Colocó una de sus manos sobre la curvatura de la espalda de Emma y la otra en su cuello para así, con un único movimiento, atraer la y sellar los rosados labios con un necesitado beso, cogiéndola totalmente desprevenida y haciendo que las palabras se quedasen encerradas en un acompasado baile entre sus lenguas.
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BROKEN HEARTS (CaptainSwan AU)
Fiksi PenggemarKillian Jones es un apuesto y joven cirujano en uno de los hospitales más importantes de Nueva York. Aparentemente tiene un vida acomodada y feliz juntos al amor de su vida. Pero todo esto cambia el día que por accidente o destino conoce Emma Swan...