Día 11

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Después de desayunar nos fuimos a montar a caballo, yo fui la última en montar puesto que era la única que sabía montar bien, así que ayudaba a Coco (el monitor encargado de los caballos, también joven, aunque algo menos que Óscar, Coco tendría unos 28 años, era más o menos rubio oscuro, como yo de alto y bastante guapo), llevando a los niños pequeños o a los que no sabían montar del ramal. Al ser la última, no le vi llegar, y cuando me quise dar cuenta tenía sus ojos clavados en mi, observando cómo montaba. Al acabar, vino a ayudar a quitar y meter en sus cuadras a los caballos. Pasé por su lado y me sentí un poco (bastante) enana, ya que me sacaba una cabeza y pico sin exagerar. Creo que al ver que entendía de caballos y le gustaba ese "mundillo", me enamoré un poco más.

Durante la comida, fui a rellenar la jarra del agua al pasillo que había entre su comedor y el mío, con la intención de verle. Y exactamente le vi, clavando sus ojos en la puerta, como esperando a que alguien llegase. Rápidamente llené la jarra y me di la vuelta llegando a paso rápido a mi comedor.

Después de comer empezamos a jugar al futbolín y a mitad de partida mi pareja se rajó y me dejó sola, al verme que estaba sola (aunque me defendía bastante bien, puesto que estaba jugando contra más pequeños que yo), se acercó y me ofreció ayuda, yo le cedí el portero y la defensa sin pensármelo dos veces. Al acabar la partida, Irene me empujó contra él y casi me caigo.

Durante la merienda, nos dejaron los móviles, y cómo no, yo aproveché para coger los números de mis nuevas amigas y por supuesto el suyo.

Esa noche era la noche del terror, había que entrar en una cueva e ir pasando por fases, donde los monitores nos iban dando sustos (o al menos lo intentaban). Al salir, nos reunimos todos en un teatro, nos contaron una historia poco creíble y nos fuimos a dormir, pero antes de subir a las habitaciones, Irene le paró y le dijo que habíamos echo una apuesta (todo mentira, solo era una excusa para empezar a acercarme a él y ver si al menos íbamos estableciendo amistad) y que como yo había perdido, le tenía que pedir un abrazo pero como me daba vergüenza se lo pediría ella por mi. Al rato de explicárselo, nos dimos un "largo" abrazo de unos 7 u 8 segundos que él interrumpió diciendo:

Alex- Ya, ¿no?

A lo que yo respondí:

Raquel- Sí, supongo.

Nos separamos y me sonrió de nuevo, mientras yo me moría de vergüenza a la vez que de amor.

Subimos y nos fuimos a dormir, ya sólo nos quedaban dos días, y puede que no le volviese a ver. Necesitaba preguntarle tantas cosas y aclararme tantas dudas a mi misma...

Mientras el mundo se derrumba, nosotros nos enamoramos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora