Cartas que nunca llegarán (3), Alex.
Me causa un escalofrío el hecho de pensar que, al final de esta canción, terminaremos siendo dos desconocidos. Y que jamás nos volveremos a mirar como si mirásemos la única salida de Roma, o como si fuésemos la única respuesta a todas las preguntas. Algo hay de cierto aquí: las personas una vez que se conocen del todo, utilizan todas sus fuerzas en intentar desconocer el infierno del otro. A nadie le gusta quemarse, mucho menos en fuegos ajenos. Pero, por ironía, a todos nos gusta el placer de morir: fumar, beber, amar. Nos gusta la muerte lenta y dolorosa.
Después de tantas verdades envueltas en una broma, o de las tantas mentiras que escuchamos cuando la mirada del otro intentaba apagar las luces de su habitación y dormir todo un septiembre, hasta que la tranquilidad llegase a ese corazón que tan dañado estaba tras la devastación.
Pero, cariño, ¿acaso nosotros no estábamos tan dañados después de todo? ¿Cuánto daño nos hizo septiembre? Las heridas eran evidentes, aunque las intentáramos maquillar con una sonrisa que nada sabía de ser feliz.
A día de hoy no he encontrado un concepto que nos defina como merecemos, y he llegado a la conclusión que a algunas historias el final les queda demasiado corto para la altura de las páginas anteriores. Y todas las líneas que subrayamos con ánimos de no olvidarlas jamás, porque eran lo más parecido a nosotros.
Dicen que para cada historia hay un final, aunque a veces no es digno.
Te quiero, y no es excusa. No me estoy excusando de mis errores, ni de mis tropiezos. Te quiero, y lo sientes. Aunque ahora seamos desconocidos que se piensan cuando están a solas. E intentan apartar la mirada cuando se topan accidentalmente por la calle. Pero que sonríen cuando en la radio suena su canción y que por las noches comparten lágrimas con almohadas diferentes.
Ojalá nos hubiésemos girado a vernos una última vez en nuestra despedida. Ojalá una despedida sólo significase dejar ir, y no irse uno también. Y quedarse, después de todo, sin nada.
23/12/15
El año se acaba, y dicen que "año nuevo, vida nueva". No sé si esto debe pasar al recuerdo o debo seguir recordándote diariamente.
Mañana es Nochebuena, vendrá toda mi familia a mi casa. Espero que eso me sirva de respiro, y por un mínimo momento te olvide, aunque sabiendo que más tarde volverás a mí, como un recuerdo.
Es duro querer olvidar algo en lo que piensas todos los días, y lamentablemente no poder.
No quiero pensar que dentro de unos años, cuando nos reencontremos tendré que apartar la vista y pasar desapercibida por delante de ti. Porque sé que es como pasaré. Pues dudo mucho que te fijes lo más mínimo en mi. Aunque espero que no sea así, pues muy poca gente tropieza una sola vez con la misma piedra, y yo contigo ya tropecé unas cuantas. Falta tu parte, tu cara de la moneda, faltan tus tropiezos, faltas tú. Quizás cuando nos veamos, nos demos cuenta de lo que perdimos por no intentar, por el miedo al fracaso o por el qué dirán. O quizás no. Quizás no nos importe el hecho de estar a unos pocos centímetros, después de haber estado años a 160km.
22:23
Me suena el móvil con un tono diferente al que tengo puesto para todos, no le hago caso, hasta que segundos después me acuerdo que ese tono diferente era el tuyo. Abro el mensaje y te saludo, luego me preguntas si podemos hablar por teléfono, te digo que sí y hablamos. Unos 20 minutos hablando.
Me dices en ese tiempo que te haga cualquier pregunta y me contestarás con sinceridad. Te pregunto por qué dejamos un tiempo de hablar y luego me vuelves a hablar como si no pasase nada. Me respondes que este tiempo has estado mal por tu rodilla, pero que ni siquiera te acuerdas porqué dejamos de hablar. Me cuentas que te han cogido en la selección de Murcia, pero que en parte estás mal porque con la rodilla podrás jugar menos.
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Mientras el mundo se derrumba, nosotros nos enamoramos.
Romance¿Supondrá la distancia un problema?