Amor en Tres Tiempos: Sin ti.

Capitulo 1

Porque hay veces que el corazón manda, y uno no puede más que seguir su instinto.

Estando sentada a los pies de unos de los lugares más preciosos y antiguos del mundo, en la terraza de unos de los muchos negocios tomando un café con la vista en el Partenón y viendo como juegan mis niñas, mi luz y unos de los regalos más bello que Dios me ha dado, viendo como han pasado los años y yo donde estoy y como empecé. Hay veces que digo que mi destino siempre fue estar en este país, cada cosa que sucedió, por lo más pequeño que fue; Fue para hacer mis sueños y tener a mi propia familia.

-¿Amor que piensas?- Me pregunta mi Dios griego que a pesar de los años sigue siendo el hombre que me corta la respiración.

-En lo que me ha regalado la vida - le respondo con una sonrisa y sin dejar de mirarlo a los ojos.

-Tú has sido el mejor regalo que Dios pudo darme mi vida - me dice con una sonrisa que llega hasta sus ojos. - Y pensar que podría no haberte conocido, me provoca un gran vacío – su rostro me demuestra una seriedad que me deja muy claro que me dice la verdad y besándome en el dedo donde llevo nuestra argolla.

Pensar en cómo nos conocimos y todo lo que luego sucedió el estar hoy a su lado y teniendo esta preciosa familia me llena de felicidad.

A pesar de los años que estamos juntos estoy cada día más enamorada de él.

Mi nombre es Eliana mis amigas me llaman Eli y esta es mi historia en la cual lloraremos-nos enfadaremos-reiremos-nos enamoraremos y será un viaje siempre con un DESTINO.

¡Al fin siempre haremos lo que nuestro corazón DICTA!

Van muchísimos años desde esa terrible noche que lo altero todo. Las cosas habían empezado tan bien para los dos y luego todo cambio;

Era un pequeño pueblo al Sur de chile, San Fernando uno de esos pueblos no tan grandes pero con gente muy amable.

Él era un joven que no llevaba más de tres meses en el país junto a su familia, se habían trasladado desde Portugal; era el menor de 4 hermanos Arturo, un hombre guapísimo moreno con unos bellísimos ojos azules, cada mujer caía encantada a sus pies, estudiante de leyes y con bastante dinero tenía un futuro muy brillante, podía tener a la mujer que él quisiera.

Su vida hasta ahora siempre había sido de lo más fácil y nunca se había enredado en un rollo sentimental.

Ella una Chilena hija de una pareja de campesinos era la menor de dos hermanas, Sara era bellísima con unas piernas hechas para bailar, le encantaban los deportes, con su melena morena hasta la cintura, unos ojos negros como el carbón sus labios carnosos y unas curvas que hasta las modelos más bien pagadas le tendrían envidia y lo que tenía de hermoso por afuera lo tenía también por adentro.

Arturo era vecino de Sara, sus padres habían comprado la casa que estaba pegada por la muralla de la casa de ella, pero él no la había visto hasta aquélla mañana fines de Noviembre.

Una mañana que Sara hacía su gimnasia de cada día en el patio de atrás, usando una blusa de tirantes blanca y un short de color morado, una vestimenta que para esos tiempos no era algo usual.

En esos momentos Arturo habría las ventanas de su dormitorio para que entrara el sol y aire fresco, él se apoyó en sus codos para admirar la vista, ya que su casa al igual que la de Sara estaban a lo alto del pueblo. En ese momento sus ojos encontraron lo más maravilloso, lo más puro, aquello que le corto la respiración, le pareció que veía un ángel de pelo negro, en ese momento ella se daba la vuelta y vio su blusa pegada a sus pechos y por el sudor que la recorría esta se había puesto un poco trasparente y al levantar sus manos para estirarse le subió el top hasta un poco más de la cintura y pudo admirar su estómago que era plano y bien cuidado, y al agacharse ella, él pudo ver su bello culo que se notaba tan bien debajo de ese pedazo de tela, él empezó a removerse en su lugar con una dolorosa erección, tuvo que levantarse e irse a dar una ducha de agua fría, para poder tranquilizarse.