CAPITULO 13

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Por fin llegaron a su destino. Claro, después de casi cinco horas de viaje, ya que estuvieron metidos en un tráfico por un accidente que había sucedido. Todos llegaron de un humor que mejor ni decir.

Todo había sucedido muy de prisa y sin que nadie se diera cuenta de cómo había comenzado la conversación, que después termino en una gran discusión, pero...

UNAS HORAS ATRÁS

-¡Dios mío, que trafico! – se quejaba Mirian que iba sentada atrás y se moría de calor.

-¡Si, parece que ha sucedido un accidente y nos demoraremos en volver a tomar nuestra ruta! – le respondió Juan.

Aunque el camino era muy cómodo, no tenía muchas curvas y estaba lleno de grandes árboles a sus costados, así que daba una exquisita sombra para estar más frescos por la hora que era, todos estaban demasiado cansado por estar encerrados en un coche, tantas personas por tantas horas no era bueno, nada bueno.

-¿Desde cuándo son amigas? – quiso saber Arturo.

-¡Ni siquiera me acuerdo! – le respondió Sara.

-Lo único que sé, es que desde que tengo uso de razón estamos juntas – agregó Nomi, con una sonrisa en los labios.

-Tendrían que haberlas visto cuando llegaban del cole las dos y se ponían a estudiar, no dejaban ni que una mosca volara en la habitación, pero apenas terminaban eran una tormenta junta, no dejaban nada tranquilo. Teníamos una perrita, de esas que tienen el pelo muy largo, bueno cuando papi la trajo a casa era una cachorrita, no tenía más de un mes de vida, la alimentaban con mamadera y todo, era su muñeca y bueno cuando creció jugaban a la peluquería con ella, la pobre terminaba llena de moños y trenzas por todo su cuerpito y estas dos felices de como la dejaban. La pobre las aguantó más de doce años, hasta que nos dejó por viejita y no se pueden imaginar, no las podía consolar con nada a ninguna de las dos; y mírenlas ahora están a punto de llorar – dijo Karla a la vez que las apuntaba, era cierto las dos amigas estaban con los ojos inundados en lágrimas. El recordar a su Daisy, que así la nombraban, era algo que siempre la había unido a un punto más que amigas, les costó demasiado superar esa pérdida aunque tuvieran veinte años ya cuando la perdieron.

-¿Mi palomita te encuentras bien? – Arturo no podía creer que ella se pusiera así por un animal, cada vez le encantaba más lo dulce que era y ese corazón puro que tenía.

-Sí, claro – le dijo tratando de esconderse para que no la viera.

-¡Ah, no! a mí siempre me miraras cuando me hables – le susurró a la vez que le levantaba la cara para poder mirar sus ojos – ¿estás bien? – le volvió a preguntar, pero esta vez mirándola directamente a los ojos.

-¡Sí! Sólo que me siento triste cuando me acuerdo de Daisy, era como hija; así decía mi mamá por el cariño que yo le tenía, y bueno para mí fue muy difícil aceptar su muerte, sobre todo en el momento que sucedió.

-¿Qué quieres decir? ¿Qué momento? – quiso saber de inmediato el joven.

-Mejor dejémoslo, no es la ocasión para tener malos recuerdos – los interrumpió Nomi. Al darse cuenta el joven de que no era momento de hacerla sentirse mal, lo dejo pasar, pero estaba seguro que tenía que ver con ese desgraciado; llegaría el instante que hablarían los dos solos.

-¿A ti Juan, no te fue difícil venir a un país que no conocías y dejar toda tu vida atrás? – le preguntó Nomi a Juan para poder cambiar de tema sin saber que se estaba metiendo en una situación no tan agradable para él.

Amor en Tres Tiempos: Sin ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora