CAPITULO 10

84 8 3
                                    


-¡APARTA TUS MALDITAS MANOS ENCIMA DE ELLA! – Gritó furioso Arturo.

-¿Y quién eres tu maldito para decirme que hacer con MI mujer? – Dijo Julio burlándose de él y siguió – ¿cómo puedes ser tan desgraciado y tirártela después que estuvo con tu hermano? Parece que acá los hermanitos comparten sus juguetitos, pero resulta que esta chica es mía, y no dejare que nadie juegue con ella ¿cierto mi amor? – la tomó con una mano en el cuello atrayéndola hacia él y con la otra mano la sostenía por su vientre y la apegaba más a su cuerpo, empezó a besarle el cuello acariciándola hacia más abajo. Ella suplicaba que la dejara.

-¡Julio por favor, no hagas cosas de las cuales te arrepentirás! –sollozaba Sara tratando de alejarse de su agresor.

Arturo empezó a caminar hacia ellos, dispuesto a lo que fuera, el sacaría a su mujer de esa situación.

-¡Quédate paradito ahí donde te encuentras, ni te muevas! – amenazó Julio sacando una navaja del bolsillo de su pantalón, lo único que se escuchó fue el grito de sorpresa de Sara, suplicando con su mirada a Arturo que se alejara – yo me la llevaré y nadie saldrá herido – volvió a tratar de meter a la chica a su coche, en un descuido Arturo se le tiró encima dándole un golpe en la mandíbula y haciendo que tirara su navaja. Julio no perdió tiempo en reaccionar y también lo golpeó tirándolo al el suelo, Sara por su parte suplicaba que alguien llegara y que esto no se hiciera más peligroso. En un momento se encontraba Julio encima de Arturo y en otro momento era viceversa.

-¡PORFAVOR QUE ALGUIEN ME AYUDE! – si alguien no llegaba a pararlos de seguro que se matarían.

-¡Nunca! ¿ME ESCUCHAS? ¡NUNCA MÁS TE ATREVAS A TOCARLA, NI A RESPIRAR CERCA DE ELLA! – Arturo se encontraba encima de él y no podía parar de golpearlo en la cara.

La nariz de Julio de seguro que ya estaba quebraba, por toda la sangre que salía de ella.

Por su parte Arturo ya había destrozado su mano, antes con el corte del vaso y ahora con los puñetazos que le plantaba al desgraciado; no podía parar, le hervía la sangre por lo que le había visto hacer a su ángel y por las cosas que había dicho de ella. De repente sintió que alguien mucho más fuerte que él lo sacaba de encima de julio que ya estaba casi inconsciente.

-¡Para Arturo déjalo ya está casi muerto! – Erick trataba de sostenerlo ya que el joven todavía quería golpearlo.

-¡Se lo merece, ese hijo de puta puso sus manos encima de mi mujer! ¡Déjame matarlo! – suplicaba a gritos para que lo soltara, en ese momento llegaron los demás, las chicas corrieron de inmediato para ver si Sara se encontraba bien, ella solamente lloraba y se avergonzaba por todo lo sucedido.

-¡Arturo para de una maldita vez! – le gritó Juan llegando a su lado – asustas mucho más a Sara con todo esto ya viene la policía a llevárselo y no te preocupes que nos encargaremos todos juntos de que el pague por todo esto – le aseguró su hermano – pero tranquilízate, por lo que sientes por Sara – al escuchar eso se dio de inmediato vuelta y fue al encuentro de su ángel.

-¡Perdóname amor por favor! Por dejarte sola y que pasaras por todo esto, yo te prometí que no dejaría que nadie te lastimara y fue lo primero que sucedió – la abrazo lo más fuerte posible sin que le hiciera daño, Sara no podía creer que él le pedía perdón siendo ella la que tenía la culpa.

Sara le tomó la cara con las dos manos, limpiándole las lágrimas que corrían por el rostro del joven y le dijo:

- Ni se te ocurra volverme a pedir perdón por algo en que yo soy la culpable, tú fuiste quien me salvó de algo que no quiero ni pensar – le dio un tierno beso en los labios, en el momento que él hacía una mueca de dolor.

Amor en Tres Tiempos: Sin ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora