Todo comenzó suavemente, podía sentir sus labios apretando los míos, buscando las mismas caricias que yo necesitaba, que yo rogaba. Pero luego de unos segundos las caricias comenzaron a subir de tono, no solo buscábamos nuestra lengua, sino nuestro cuerpo. Los besos se hicieron mas apasionados, mientras que nuestros cuerpos pedían compasión. Johnny tomo de mi cintura y me estrecho contra él con todas sus fuerzas, ya no importaba nada. Yo luchaba por correr su camisa y sentir su piel caliente contra la mía, podía escuchar los latidos de su corazón, alocados al compás de los míos.
_ No me detendrás? – dijo Johnny de repente, alejando solo un poco su boca de la mía – Si no quieres hacer esto tanto como yo, sólo dímelo antes de que termine de perder lo poco que me queda de autocontrol cerca de ti – dijo besando mi cuello.
_ Si quiero – dije con un hilo de voz.
_ Sólo eso necesitaba – respondió, alzándome por la cintura y llevándome entre sus brazos a una de las habitaciones que se encontraban frente al pasillo.
Desde ese momento sus brazos no se habían apartado de mí ni un solo minuto. Al fin había llegado el momento de, no solo desnudar nuestros cuerpos, sino nuestras almas también. Me sentía más segura que nunca entre sus brazos. Y como él me había dicho, no hicimos el amor solo una ves, sino cientos de veces durante toda la noche, hasta que juntos, nos quedamos dormidos exhaustos por la noche en que fuimos uno solo.