Johnny se acercó hacia mi con dos copas en su mano. Podía notar la energía de nuestra piel al rozarnos a cada momento, era como un tipo de electricidad el cual no sabía si iba a poder detenerse, no así, no esa noche.
Johnny dio media vuelta y comenzó a mostrarme varios cds de bandas que le gustaban, algunas conocidas y otras no tanto, era realmente apasionante verlo contar sus intereses, lo decía todo con un énfasis único y seductor. Podría haberme pasado horas escuchandolo hablar.
Luego de unos minutos puso música y se sentó junto a mí, demasiado cerca como para intentar huír. Se quedo por unos minutos observandome, sin decir palabra.
_ Pasa algo? – dije tímidamente
_ No, para nada – dijo con un brillo en los ojos y con una mueca podría decirse única de él. – Bueno, sí – dijo luego de unos segundos más. – Pero no quiero incomodarte – se acomodó, con los ojos fijos en mí.
_ No, no puedes dejarme con la intriga, no es justo – dije como una chiquilla malcriada, sentí como mis mejillas me traicionaban una ves más.
_ Es que... - hizo una pausa – No creo que pueda aguantar mucho tiempo más - pude notarlo concentrado, mirandome profundamente a los ojos.
_ Aguantar qué, Johnny? – dije aún más intrigada.
_ Justamente esto – dijo acercándose tanto que podíamos rozar nuestros cuerpos – El estar tan cerca de ti, y no poder besarte, creo que me volveré loco – su mirada comenzó a recorrer mis labios, para luego posarse nuevamente en mis ojos.
Sentí nuevamente ese sentimiento estraño en mi pecho, como si estuviera por explotar, era una adrenalina que nunca había sentido antes. No podía decir palabra, aunque lo hubiera intentando no hubiera podido, me sentía perdida en su voz, en su mirada, en su perfume que era lo más rico que se me hubiera antojado en toda mi vida.
