Imaginas: Michael Clifford.

The bump.

Me moví nerviosa de un lado a otro maldiciendo en voz baja, en mis manos tenía la prueba más evidente de que mi relación estaba a punto de irse al demonio, apoye mi cabeza en la pared sintiendo las cálidas lágrimas caer en mis mejillas, entonces escuche como él, el chico de cabello de colores golpear la puerta.

—Hey, nena ¿Pasa algo? Llevas mucho tiempo ahí adentro —Dijo con un tono tranquilo golpeando la puerta de nuevo.

—¡Ya voy Michael! —Me limpié las lágrimas rápido y salí escondiendo la prueba de embarazo detrás de mi.

—Hola cielo —Me abrazó y frunció el ceño muy confundido, rascó su nuca al notar que tenía los ojos rojos— ¿Qué ocurre? Haz llorado...

—No es nada —Desvié la mirada cerrando los ojos y suspire triste.

—Vamos, a mi no me puedes mentir y lo sabes mejor que nadie...

Asentí y caminé a la habitación, hice que se sentará en la cama.

—Odio ser yo la persona que arruine tu descanso del tour y más con algo como lo que te voy a decir pero quiero que sepas que te amo más que a nadie en este mundo y no quiero perderte... ¿si? —Dije nerviosa y note como él se puso incómodo.

—Me estas asustado... Sólo ve al grano, dime que es lo que pasa...

—Estoy embarazada —Dije tan de repente que él sólo abrió los ojos.

—¿Disculpa?

—Estoy embarazada, vas a ser padre... Vamos a tener un hijo...

Él paso las manos por su cara y luego a su cabello jalando un poco. Entonces supe que esto no iba a ser nada NADA bueno.

—No puedo ser padre ahora T/N mi carrera recién comienza y solamente tengo diecinueve años... No me hagas esto por favor.

—¿Qué pasa Michael? —Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—No quiero tener un hijo —Suspiró y me miro con frialdad pero al mismo tiempo con miedo.

—¿Qué dices? No lo voy a abortar si es lo que quieres —Apreté los ojos y él maldijo.

—Entonces supongo que esto se ha terminado ya...

Él salió de la casa pero yo le resté importancia, imagine que volvería, pero que equivocada estaba, pasado días, los días se hicieron meses y Michael jamás volvió.

Ahora tenía a mi pequeño en brazos y era exactamente igual a su padre, sus ojos, su sonrisa, su cabello, su risa... Todo él era un Michael en miniatura. Pero yo lo había dejado atrás, lo había superado había conseguido un nuevo novio y de hecho nos casaríamos pronto, por su parte Michael también parecía ser feliz

Un día cualquiera alguien toco el timbre de mi casa, una, dos, tres y muchas veces más. Frustrada por el ruido fui a abrir y vaya sorpresa me lleve al ver a Michael frente a la puerta con la mirada arrepentida.

—Yo vengo a recu... —Fue interrumpido.

—¿Amor? —Dijo mi novio cargando al pequeño bebé de seis meses, miro a Michael y luego a mi confundido.

—Michael, el es Joseph mi prometido, cariño el es Mike, un viejo amigo.

Michael lo miro y luego a mi suspiró desanimado, triste y rendido antes de irse y desaparecer de mi vida para siempre.