4- Egoísta

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Las horas pasaron, y el lobo no se separo en ningún momento de su compañera, había jurado cuidarla y amarla durante el resto de su vida y no estaba dispuesto a perderla.

Su estomago rugió, deseaba con toda su alma un pedazo de carne como la que hizo su madre, pero ni iba a separarse de su compañera.

-ve-sonó una temblorosa voz

Miro a su lado y contemplo a una Emma despierta y seria.

-¿Qué?-murmuro desconcertado

-tiene hambre alfa-

La miro sorprendido y sonrío de lado, su mate se preocupaba por el, beso su cabeza y aspiro su aroma. Después de tanto tiempo por fin se sentía reconfortado.

-¿Cómo te llamas?-

-Emma-soltó una suave risa nerviosa

-me encanta tu sonrisa-

La niña se sonrojó y bajó la mirada.

...

La joven pareja estaba recostada en el cómodo sofá de cuero blanco, el muchacho la mimaba mientras que ella lo miraba embobada, deslumbrada por su belleza.

Aiden sonreía a su compañera, mientras besaba su mejilla, de fondo, se escuchaba una película, a la cual no habían prestado atención en ningún momento. Del otro lado del sofá se encontraba Melody, totalmente centrada en la TV, ignorando olímpicamente la escena que estaban haciendo su hermano y su pareja.

-Aiden, búsquense un cuarto-dijo asqueada

-oh... tu vete de la sala-

-ash, eres imposible-dijo y se fue

-Aiden, no seas malo con tu hermana-

Se carcajeo y acaricio su mejilla, la joven cerró los ojos al sentir su suave tacto.

Aiden desbordaba de felicidad, no cabía duda de que su compañera era todo lo que esperaba, tierna, amable y hermosa.

-¿Por qué a mi?-pregunto

-¿Por qué que?-

-estoy en tu hogar, te portas cariñoso con migo, no lose-

-eres mi pareja, mi hogar ahora es nuestro hogar-

La tristeza se respiraba en el aire, Emma estaba triste, y Aiden lo sabia, la apretujo contra su cuerpo intentando consolarla. El sabia que su mate no tenia hogar ni cariño, pero estaba dispuesto a cambiar eso.

La joven se aferro a Aiden y sollozó en su pecho al recordar como era su vida hace tan solo unas horas.

-no llores más pequeña flor-

Su delgado cuerpo comenzó a temblar, indicando que comenzaba a tener frío, producto del virus que invadía su cuerpo. El muchacho la cubrió con una manta y tomo una bocanada de aire, Ben tenia razón cuando dijo que habría que tener paciencia, seria mas difícil de lo que pensaba, pues, el no se caracterizaba por tener paciencia. Emma le sonrió, intentando calmar su preocupación, pero por más que lo intente, el lobo seguía afligido.

-no tienes que preocuparte, es solo un virus-dijo con voz suave

-lo dices como si fuera fácil-

-y lo es, eh tenido has enfermedades que este virus, con el tiempo se cura-

La furia lo invadió otra vez ante la confesión de su compañera, apretó sus puños, sus pupilas se dilataron y sus músculos se tensaron, era un egoísta ¿Cómo podía dormir tranquilo mientras que su compañera pasaba por hambre y enfermedades?


Pequeña flor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora