Pasaba el tiempo y Emma no mejoraba. Aiden intento hacerla sentir mejor de mi maneras, llamo a brujos, curanderos, doctores humanos y hasta compro las medicinas mas caras del mercado, pero nada aliviaba a la pobre. Sus días comenzaban con unas insoportables nauseas que, muchas veces, terminaban en molestos vómitos.
Todos habrían perdido la esperanza, hasta que llego Samay, una omega tímida y frágil de la cual no se sabía nada más que su nombre y edad. Todos los viernes después de la escuela, Samay visita a Emma, que desde sus encuentros ah mejorado mucho su estado de ánimo.
Como todos los viernes a las 3:30, Sam llego a la casa del alfa, toco la puerta y espero a que le abran.
-buenos días alfa- murmuro con la cabeza gacha
-buen día Sam... ¿sucede algo?-
-no... nada-suspiró-¿Dónde esta Emma?-
-en la habitación, ve-
La omega subió las escaleras sin ningún tipo de entusiasmo, definitivamente algo le pasaba. Abrió la puerta de la habitación y encontró a Emma sentada en la cama con una mano en su vientre.
-luna-murmuro
-oh Samay, no te escuche entrar-
La omega levanto la mirada y sonrío; se acerco a la cama, se sentó al lado de Emma, y la abrazo. Necesitaba ese abrazo más que nada en el mundo, un sollozo se escapo de sus labios.
-¿Qué sucede cariño?-acaricio su cabeza
Sam no respondió, se limito a llorar en silencio con su nueva y única amiga.
-si no me dices que sucede no te puedo ayudar-
Nada. Sam no soltó ni una sola palabra
-no importa Emma ¿Cómo estas tu?- se sorbió la nariz
-bien pequeña-
(Samay es mas chica que Emma, tiene 14 años)
Un silencio incomodo las envolvió y Samay se recostó al lado de la adolescente, quedando dormida al instante.
La puerta se abrió y por ella entro Aiden, bajo la mirada y soltó una risa al ver a la niña durmiendo al lado de su amada.
-algo le sucedía hoy-dijo preocupada
-tal vez solo sea el sueño-
-no lo creo, ha estado llorando-
-es una PRE-adolescente es normal mi vida ¿sabes? Los niños son crueles a veces, ah de ser solo eso-
Emma decidió dejar el tema, aunque no quedo convencida del todo. Ella estaba segura de que el problema de la niña era algo más grave que un simple conflicto adolescente.
----------------
Luego de un tiempo la pareja salio de la habitación, dejando a Samay tranquila. Se dirigieron a la sala, donde, como todos los viernes los esperaban Isabel y Derek (padres de Aiden)
Tiempo después del conflicto de la pareja, a Aiden no le alcanzaban las palabras para pedir perdón, y después de tanta insistencia, Emma decidió perdonarlo, en serio lo quería.
-buenos días Emma ¿Cómo te encuentras hoy?-
Emma sonrió
-no contestes, se te nota en la cara-
Aiden suspiro feliz, a pesar de su salud deteriorada, se mantenía contenta, y eso se lo tenia que agradecer a Samay, esa pequeña estaba siendo de gran ayuda. Se sentaron en el sofá de la sala.
-Melody vendrá-dijo entusiasmada Isabel- no tubo excito en la búsqueda-
-¿Qué búsqueda?-pregunto Emma
-quiere encontrar a su compañera-
Se escucho un golpe seco que interrumpió el momento y por las escaleras bajo Samay desconcertada y asustada. La pobre estaba temblando, su cara estaba roja y mojada por las lágrimas.
-¿Qué paso Sam?-
Aiden subió las escaleras buscando al causante del temor de la niña, recorrió la habitación de punta a punta pero no encontró nada.
-solo fue un sueño-dijo agitada
La adolescente acaricio su mejilla y la hizo sentarse con ella en el sofá
-¿Qué soñaste bonita?-pregunto Aiden
-no quiero hablar de eso ahora-murmuro y bajo la cabeza
Isabel la miro apenada, le recordaba a su hija de pequeña, nunca quería hablar, se guardaba todo hasta que un día explotara.
El teléfono sonó y Aiden se levanto a atenderlo, todas las miradas se centraron en el.
-¿estas segura? Aquí hay lugar-
Frunció el seño
-claro que no molestas...adiós, cuídate-
-¿era Melody?-
-si, vendrá a la noche, la tonta dice que "no quiere molestar"-
A la omega le brillaron los ojitos cuando escucho hablar de Melody. Isabel y Emma, que fueron la únicas que lo notaron, se miraron extrañadas y rieron, conocían bien ese brillo que Isabel vio aparecer tantas veces en los ojos de su esposo.
Una vez mas sonó el teléfono y Aiden atendió, pasaban las horas y el lobo seguía hablado, Samay volvió a dormirse, pero esta vez en las piernas de Emma, cada tanto se movía y su respiración se agitaba como si tuviera pequeñas pesadillas entre sueños
-un dólar por tus pensamientos-
Isabel, que estaba concentrada en cada movimiento de la niña, se levanto y decidió preparar la cena, una comida especial para su hija. Había que consentirla.
-Samay, arriba-Emma la movió dulcemente
Lo único que obtuvo fue gruñido
-esta bien, como tu quieras-suspiro
Corrió su cabeza y la apoyo en un almohadón
-¿Qué haces?-pregunto Aiden
-ayudo a tu madre-