Día 4.2

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El mundo se desmorona a mi alrededor, las noches ahora las paso en vela y los días ya no me daban tanto calor. Veo cosas que ya no están. Te veo a ti y me veo a mi. ¿Quién de las dos es la que ya no está?

-¡Támara!- la chica cerró el diario y lo metió a su mochila de manera rápida, se quedó en su lugar; tirada en el suelo, simplemente llorando.

Los pasos de su esposo se escuchaban por todo el lugar a pesar de que ella este arriba y el abajo.

-Támara- suspiro al encontrarla y como Romeo se dejó caer alado de su pequeña y triste Julieta- ¿por qué me ignoras?- preguntó, abrazándola con fuerza. Ella solo sollozo hacia el lado contrario donde se encontraba la cara de su pareja y apretó la mandíbula, tratando de hacer que las lágrimas se detuvieran.

El la cargo y la sento sobre su regazo, aún tratando desesperadamente que ella lo viera.

Se sentía un estúpido y el sentimiento de recompensárselo era enorme.

-Por favor- susurro contra su oreja dándole un pequeño beso que la dejo congelada- perdóname- el chico empezó a besar el cuello de ella mientras ella empezaba a relajarse por sus besos.

-Tranquilo- murmuro sintiendo una infinita tristeza- es solo una muerta que no me deja en paz-

La chica estaba tan cansada que le había pedido a su esposo quedarse un día más en la cabaña. Dijo que Washington no se iría y que simplemente necesitaba un día más.

El la hizo suya mil veces a lo largo de ese día, tratando de recompensarla y, también, de aprovechar el tiempo. Pero ella, después de que todo acabo, solo quería estar sola.

Era de madrugada, el movimiento del viento parecía aumentar con cada minuto y parecía que una tormenta se aproximaba. Pero conociendo a su marido, ni eso lo detendría hasta llegar a Washington.

Nothing was the same 2.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora