Sinopsis

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Todo era como era. Simplemente aprovechaba para que todo el mundo fuera perfecto, pero a nuestra manera todo es diferente.

Somos quienes realmente somos cuando nadie nos mira. Nos habíamos acostumbrado a esto y así es como crecen los sentimientos entre los dos, de una manera peligrosa. Escondidos de la luz, abrazando las sombras y las miradas de la sociedad, era la mejor manera de hacerlo, porque no queríamos ser juzgados por las bocas martilladoras que acusaban sin saber la verdad de la historia, sin querer hacerlo.

No nos importaba la manera errónea en la cual hacíamos las cosas. Sólo nos importaba vivir el momento como era y lo que nos brindaba para disfrutarlo. Porque, para entonces el destino y tiempo estaba de nuestro lado favoreciendo todo a nuestro paso.

Y todo era prohibido. A mis padres nunca les gustó él, las únicas que me apoyaban eran mis amigas que poco a poco fueron desapareciendo de mi vida, ya que daba la vuelta, para verlas apuñalarme por la espalda y así sólo quedaron tres. Sabía que yo no les gustaba a sus amigos y odiaban el hecho de que a veces él me mirara. Me odiaban.

Su vida estaba planeada al cien por ciento y la mayor parte, y justificación de nuestros actos, era simplemente la chica... ella era su mejor amiga y su futura novia, esposa y madre de sus hijos. Podría decirse que era una futura relación planeada, pero él me decía todas las noches que yo era la única, íbamos a salir adelante de alguna manera.

No podíamos dormir pensando, y el sentimiento de seguirlo guardando cada vez nos hacía sentir más culpables. Nadie lo sabe, ni mis padres, hermanos ni mejores amigos y de esa manera lo preferimos. Todo era una falsa actuación de parte de los dos. Jugando con fuego y lo sabíamos, pero nos encantaba jugar de las maneras más peligrosas que podrían haber, la intrepidez nos daba la mano siempre.

Sabíamos que el día que se descubriera todos murmurarían acerca de nosotros, el odio crecería, atormentándonos, las palabras venenosas se abrazarían a nosotros y las prohibiciones empezarían a rondar, quedaríamos como unos sucios y la calle sería nuestro aliada. Eso no era lo que queríamos, lo evitábamos a toda costa.

Sólo decidimos que esto sería así eternamente. Sellado por nuestras bocas y sólo quedando de testigos nuestras miradas y los sentimientos que nos destrozaban y desgarraban cada vez más fuerte, pidiendo a gritos al fin ser liberados, pero no los escuchamos y eso nos costó caro.

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