Capítulo 2: La recogida

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Clary
Volví a casa tarde, cuando el sol ya se había puesto, Rose me estaba esperando, estaba sentada en una silla al lado de la cama de mi madre dándole un ungüento que ella misma había preparado.
-¿ Dónde estabas, Clary? - preguntó un poco enfadada.
-Estaba con Peter en el río, ¿estás muy atareada?- le pregunté.
-No te preocupes, ya me apaño yo, pero mañana por la mañana no salgas porque toca día de recogida y yo tengo que salir temprano para ir al pueblo a comprar unas hierbas para mamá.
El día de recogida era una vez al mes, se lleva a cabo desde que era muy pequeña, consiste en que los pajes reales de Angelina hacen un recorrido por la aldea pasando por todas las casas y recogiendo una cantidad de quinientos mayes (la moneda real de Ibea), lo cual es una cantidad muy grande debido a que en un mes entre Rose y yo conseguimos reunir tan solo mil mayes, y la mitad nos la arrebatan porque la reina Angelina es una avariciosa, y me callo ya sobre ese tema porque si no exploto.
Me senté en la mesa, seguidamente Rose trajo un pequeño caldero lleno hasta la mitad de sopa de nabo, ya que es la única verdura que conseguimos recolectar en estas áridas tierras. La probé, y la verdad, estaba muy amarga pero no dije nada porque sabía cómo estaba la situación y no tenía ningún derecho de quejarme. Después de que mi hermana y yo termináramos nuestra humilde cena, le llevamos la sopa a mi madre, que estaba recostada en la cama, aunque todavía no estaba recuperada del todo se notaba que las maravillosas hierbas que había traído Rose le estaban haciendo efecto.
Al día siguiente me levante un poco aturdida, no sabía porque, después al salir de la cama y mirar por la ventana me ubiqué los pensamientos, eran las estruendosas trompetas de los pajes de Angelina que venían a robarnos el dinero.
Llamaron a la puerta y yo los abrí descaradamente:
-Señorita Clarise, muy buenos días, venimos a recoger los pequeños impuestos que nos pide la reina Angelina- me dijo un paje bajito y un poco gordito, con cara de que su ocupación no le gustaba mucho.
"Pequeños impuestos" pensé, y una ******, no le basta con hacernos la vida difícil que encima nos obliga a darle más dinero a parte del que ya nos quitó al principio de su reinado.
Entré en la casa y saque un pequeño saquito que tenía guardado en una cómoda en nuestro dormitorio (comparto dormitorio con Rose, porque nuestra casa es muy pequeña), se lo entregué al paje, me dio las gracias, y se marchó.
Cerré la puerta, resoplé y no tuve más remedio que ir a atender a mi madre, no es que no lleve bien con mi madre, solo que lo de hacer de médico se le da mejor a Rose que a mí.

Little RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora